«Cuando pongo la balanza Santiago siempre gana, por la calidad de vida»

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Villanueva estudió y siempre trabajó en Santiago, pero se perdió la vida universitaria local.
Villanueva estudió y siempre trabajó en Santiago, pero se perdió la vida universitaria local. sandra alonso

«Es una ciudad-pueblo que no cambiaría por nada», afirma este auditor de cuentas, inspector de finanzas de la Xunta de Galicia

16 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno puede ser un apasionado de su ciudad sin necesidad de dar explicaciones. Pero Ulpiano Villanueva Rodríguez trata de ponerle racionalidad a todo lo que dice y hace, en casa y en el trabajo, sin pisarle los callos a nadie. Lo que ocurra dentro de su hogar es algo muy particular, aunque le cuesta disimular el excepcional momento vital, con un hijo de tres años y otro más que ha pedido paso para después del verano; lo de su trabajo, en cambio, nos afecta a todos. Este inspector de Finanzas de la Xunta de Galicia se dedica a controlar el dinero público, el de la Administración autonómica, un asunto aparentemente gris y técnico del que pocos se preocupaban cuando sacó la oposición a finales de los 90, pero que la crisis y la corrupción han elevado a categoría de noticia casi a diario.

En su debut ante unos micrófonos sudó tinta. Fue en el 2013, y él era la noticia, porque después de pasar por distintas trincheras económicas -fue inspector en la Xunta, secretario del Consello de Contas y jefe de Gabinete de la Consellería de Facenda con Elena Muñoz- se convirtió en el primer director de la Axencia Tributaria de Galicia, una experiencia corta e intensa «pero muy satisfactoria» que tuvo que dejar por cuestiones personales «que todo el mundo entendió».

A pesar de algún que otro quebradero de cabeza, le gustó la experiencia de acercarse al mundo de la política -«que a veces es demasiado escénica y no se transmite bien lo que se quiere hacer»- y al de la prensa -«con la que se puede discrepar sin necesidad de matar al mensajero» y que «es otro filtro de control más del que a veces estamos demasiado pendientes»-, reconoce.

Son etapas pasadas, que no cerradas. Desde hace unos días es auditor del Consello de Contas. Otro cambio más. Una dinámica laboral muy americana que ve «muy positiva» para no acomodarse y ver las cosas desde diferentes perspectivas. «He controlado el gasto y también lo he gestionado, de todo se aprende».

Las raíces familiares

Ese acercamiento a las cuentas públicas es cosa de él y de su querencia por las ciencias mixtas, que le llevaron a licenciarse en Derecho y Empresariales. Pero sus padres son del clan de la bata blanca: los doctores Augusto Villanueva y Clotilde Rodríguez Martul le entreabrieron las puertas de la medicina antes de dar el salto a la universidad, pero sin mayores presiones. Decidió por él mismo y se fue a Madrid a Icade, «porque las universidades públicas todavía no tenían la doble titulación». Se perdió algunas cosas en esos años. La vida universitaria, «una de las señas de Santiago», la disfrutó tangencialmente. Y también tuvo que vivir de lejos el paso de su madre por la política local. En los 80 y 90, Tilde ayudó a Xerardo Estévez a «poner a andar la ciudad y a darla a conocer». Por cosas de la vacaciones y las ausencias, pasará a la historia como la primera mujer alcaldesa de Compostela. «Fue una etapa ilusionante, de eso sí me di cuenta».

Decidió opositar y ello implicaba un entorno tranquilo, y ahí se reivindicó su ciudad natal. «Es un lugar con una calidad de vida brutal. Madrid y otras grandes urbes tienen otras ventajas, pero cuando pongo la balanza, Santiago siempre gana». Y abunda en su teoría: «En Grecia existían las ciudades-estado, y o creo que Santiago es una ciudad-pueblo que no cambiaría por nada».