El Obradoiro y Rosco Allen apelan a sus expectativas de crecimiento

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

álvaro ballesteros

El pívot pide un margen de tiempo para adaptarse al baloncesto de Moncho Fernández

27 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

A lo largo del último lustro, una de las claves de la trayectoria del Obradoiro remite al buen ojo a la hora de fichar en el juego interior. Pívots como Levon Kendall, Muscala, Salah Mejri, Hummel o Kleber dieron impulso a sus carreras en Sar. Pero no todo han sido aciertos. Alec Brown no terminó de encajar la pasada campaña. Y, antes, Minnerath cambió de aires a mitad de curso.

Este año el club vuelve a hacer tres apuestas. Una a largo plazo, con el checo Pechacek. Las otras dos probablemente serán un buen termómetro para tomarle la temperatura al nuevo proyecto: Shayne Whittington y el americano con pasaporte húngaro Rosco Allen, que ayer fue presentado oficialmente. Club y jugador confían en rentabilizar conjuntamente sus expectativas de crecimiento.

El internacional magiar es uno de esos jugadores que no destaca especialmente en un apartado pero cumple con notable en todas las facetas. José Luis Mateo, director general del club, reconoce que le cuesta establecer comparaciones con otros pívots que lo han precedido: «Él tiene sus habilidades. Es un jugador muy inteligente y creo que eso le va a ayudar en su primer año. Me comentan los técnicos que él lo va cogiendo todo a la primera. Sin duda, eso va a reducir su tiempo de adaptación. Pero no debemos olvidar que es un debutante y que lleva cuatro años jugando con universitarios de otros tamaños, otras capacidades y otras habilidades. Él tiene físico, talento y capacidad de trabajo para jugar en esta liga. Es lo que nos ha llamado la atención».

Añade que, en ataque, sobresale porque puede atacar el aro en acciones que requieren botar el balón y también por su lanzamiento exterior.

Contento con el arranque

A tenor de las palabras de Rosco Allen, tiene claro cuál es su plan de ruta. De momento, se confiesa encantado con la ciudad, con sus compañeros y con los entrenamientos, conociendo un baloncesto «distinto» al que venía practicando con su universidad. «No diría difícil -apostilla- sino nuevo. Hay que acostumbrarse y hace falta tiempo para adaptarse».

Antes de fichar charló con Tyler Haws, en Utah. También tuvo oportunidad de hablar con Moncho Fernández y José Luis Mateo en Las Vegas. Y, aunque reconoce que no sabe qué es el Miudiño, sí ha visto partidos a través de Internet y ya tiene una idea de la atmósfera de baloncesto que se respira en Sar.