La mejora de la AP-9 con sus enlaces a los polígonos industriales, a la autovía de Lugo y a la Cidade da Cultura; una estación Intermodal a la altura de la capital y resolver definitivamente el saneamiento con una nueva depuradora, son, sin duda, tres actuaciones básicas en materia de infraestructuras que contribuirán al progreso en la calidad de vida de nuestra ciudad. Unánime es la percepción de su necesidad, como unánime es la constatación del retraso que acumulan.
Transcurridos 19 meses del Gobierno de Compostela Aberta, parece que los responsables municipales inician la senda de la búsqueda del necesario consenso para la nueva depuradora, tratando de avanzar en su impulso y construcción. En definitiva, se abraza el pacto por las infraestructuras, propuesto hace más de un año por el Grupo Municipal Popular e ignorado por los demás grupos municipales. Tanto el Gobierno local como el resto de la oposición saben que, en ese acuerdo, el Grupo Popular estará siempre dispuesto a trabajar por nuestra ciudad. Esperemos que esta sea también la senda que siga la Intermodal, a pesar de los errores cometidos por este Gobierno local hasta la fecha, en especial al aceptar un convenio que vincula la estación a un número de usuarios indeterminado temporalmente.
En lo relativo a la autopista, las obras de ampliación del número de carriles avanzan, mientras no ocurre lo mismo con las conexiones con los polígonos del norte, la Cidade da Cultura y el enlace completo con la autovía de Lugo. Todos tenemos claro que la imagen final debe ser la planificada y, por ello, deberíamos fijar también las prioridades y la forma más beneficiosa para la ciudad de alcanzar ese objetivo final.
Hay un hecho consumado: las infraestructuras previstas se construirán por fases. En una primera, la ampliación de la AP-9 hasta su configuración final, ya contratada y en ejecución; y en una segunda fase -o incluso en expedientes diferentes-, los tres enlaces pendientes. Ante esa realidad y en un contexto de incertidumbre de la inversión pública, creemos que debería priorizarse la ejecución simultánea de todos los accesos y las conexiones, antes que la multiplicación del número de carriles de la AP-9 hasta su sección final. De esta manera, en el horizonte del año 2018, sería posible contar con todas estas infraestructuras totalmente operativas, incluida la primera fase de la ampliación de la autopista, ejecutando posteriormente el incremento adicional de carriles. Esta priorización nos permitiría acomodar las fases a los intereses de la ciudad. Es cierto que habría que cambiar prioridades, gestionar las modificaciones y resolver trabas burocráticas, pero la ciudad y Galicia se verían beneficiadas. El reto merece la pena.