
Los dispositivos que han generado quejas en Clara Campoamor son, sin embargo, los más recomendados
31 ene 2017 . Actualizado a las 19:36 h.Reductores de velocidad, bandas transversales de alerta, resaltos, pasos de peatones sobreelevados o, por su nombre más popular y común, badenes. Estos dispositivos tan presentes en las calles de todas las ciudades para forzar a los conductores a pisar el freno tienen tantos nombres como diferentes tipos de diseño. Son siempre polémicos, porque, en menor o mayor medida, generan molestias en la conducción, ruidos y provocan rascazos en los bajos y el desgaste de elementos esenciales del coche como los amortiguadores. Si están mal instalados, hasta pueden ser un remedio peor que la enfermedad y convertirse en fuente de lo que, precisamente, deberían evitar: accidentes.
En Santiago hay badenes de todos los tipos. Los más recientes son los instalados en la avenida de Castelao (Vite) y en la calle Clara Campoamor. Se trata de dispositivos del tipo cojín berlinés, los más modernos y recomendados porque son los que minimizan los inconvenientes. Curiosamente, ha sido una asociación de motociclistas la que se ha quejado de su peligrosidad cuando este tipo de reductores de la velocidad fueron diseñados pensando precisamente en este colectivo, ya que los puede rebasar esquivándolos y, por lo tanto, son mucho más seguros. Esta entidad, la Unión Internacional para la Defensa de Motociclistas, presentó ayer un escrito en el Concello solicitando su retirada porque aseguran que son peligrosos.
Unos 1.500 euros cada uno
Sin embargo, podría decirse que los cojines berlineses son el último grito en badenes. Son caros, porque pueden costar unos 1.500 euros cada uno, pero son los más recomendables para ciclistas y motociclistas, que pueden esquivarlos, y vehículos grandes como autobuses o camiones, que pueden pasarlos por encima dejándolos entre los ejes de sus ruedas. Los turismos pueden superarlos tocándolos solo con una rueda. Es decir, que están pensados para que el conductor frene con el objeto de minimizar las molestias. En Vite también existen. Se colocaron recientemente dentro de la remodelación de la avenida de Castelao para reducir la peligrosidad de una vía en la que se sucedían los atropellos.
Una solución también presente en las calles de Santiago y que es sin duda peor es la de los llamados lomos de asno. Son dispositivos que ocupan toda la calzada y que, por lo tanto, no se pueden esquivar. Están atornillados al asfalto y son como una banda rugosa pero de mayor tamaño. Están presentes, entre otras calles, en el acceso al Multiusos de Sar o la avenida Xoán XXIII.
Quizás el tipo de badén más frecuente en las calles compostelanas es el paso de peatones sobreelevado. Muchos incumplen la normativa aprobada en el 2008 por Fomento, aunque al no estar en carreteras del Estado no tiene obligación de ajustarse a estos parámetros. Un vacío legal que ha generado un enorme galimatías en ciudades y municipios, donde cada Concello ha hecho un poco lo que le ha parecido.
En líneas generales, los pasos de cebra elevados no pueden superar los diez centímetros de alto ni los nueve metros de largo, deben contar con rampas suaves de subida y bajada y estar bien señalizados tanto vertical como horizontalmente.