Más de 100 personas pasan casi toda la noche en Lavacolla tras cancelarse el vuelo Santiago-Barcelona

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez REDACCIÓN

SANTIAGO

Indignación y tensión entre los pasajeros que denuncian la falta de información por parte de la compañía Vueling. Una mujer, embarazada, una menor de una excursión y otra niña que debía recibir atención médica en Barcelona, tuvieron que ser trasladadas a centros de salud

27 nov 2018 . Actualizado a las 10:14 h.

«Indignación absoluta; fue un desastre y un cúmulo de mentiras». Así resume Jessica Hernández Ascanio, responsable del Club Tennis Taula Calella (club de tenis de mesa catalán) lo vivido el sábado por la noche en Lavacolla con el retraso del vuelo V1673 que tenía que haber partido a las 21.25 horas con destino Barcelona y que, tras más de seis horas de espera, mucho enfado en la terminal y varias incidencias, se canceló y se reprogramó finalmente para el domingo a las 11.15 horas.

La jugadora, que pone el foco en que «durante toda la noche nadie de Vueling dio la cara», aclara que el embarque de los más de 100 pasajeros estaba previsto inicialmente para las 20.45 horas pero que a esa hora ya se les avisó de que el vuelo se retrasaría. Ante las preguntas de los viajeros, que desconfiaban de la posibilidad de que finalmente se cancelase, en el aeropuerto se les insistió en que sí partiría de Santiago, aunque fuese con mucho retraso, debido a la propia demora que arrastraba el vuelo Barcelona-Santiago. 

Una aclaración que horas después se desmintió. Defienden que mientras se les decía que el vuelo con origen en la Ciudad Condal ya había salido, familiares que estaban en el Prat lo negaban.

Aún así, a las 02.10 horas se pide al primer grupo de viajeros -entre los que se encontraban una mujer embarazada y más de 20 estudiantes de un instituto de Esparreguera (Barcelona) que habían acudido a Santiago para competir en un concurso científico- que accedan al túnel de embarque. Tras media hora allí, -«con mucho frío», enfatiza Jessica Hernández- se les trae de vuelta al aeropuerto porque, según le explican dos intermediarios de Iberia, «el comandante no da la autorización al no estar el aparato en condiciones». 

Es a partir de ese momento, desde las 03.00 hasta las 05.00 horas, cuando la tensión se eleva a pie de pista y se suceden las incidencias. La mujer embarazada tiene que ser trasladada a un hospital; una menor del grupo de Esparreguera, que comenzó a vomitar en el baño, también es llevada a un centro de salud; mientras que una madre junto a su niña pequeña, que iba a recibir atención médica al día siguiente en Barcelona, también son llevadas al hospital. 

Finalmente se confirma la cancelación («aunque, en ningún momento, expresaron esta palabra», aclara Jessica) al ofrecer los intermediarios a los viajeros la posibilidad de descansar en un hotel, una solución que no mitigó el enfado de los presentes:

Cuatro o cinco pasajeros pudieron ser reubicados en un vuelo a primera ahora; a otro grupo, entre los que estaba el club de tenis de mesa catalán o los menores de Esparreguera, se les incluyó en el vuelo que partió de Lavacolla sobre las 08.30 horas. Finalmente, el pasaje restante se subió, entre la resignación y el enfado, al vuelo reprogramado a las 11.15 horas. 

Jessica Hernández Ascanio subraya las consecuencias que tuvo la cancelación. Una chica que tenía unas oposiciones en Barcelona a primera hora del domingo se las perdió, como ella mismo aclaró en Twitter: 

Otro joven gallego que, vía Barcelona, tenía que estar a las 11.00 horas en Ámsterdam para su primer día de trabajo, también tuvo que faltar a su estreno. 

La jugadora destaca finalmente que la espera se habría podido evitar si ante el primer indicio de que el vuelo se podía cancelar, se hubiese anunciado.

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