Las tarifas de la Cocina Económica se encarecen en 20 céntimos la comida y 30 el desayuno
SANTIAGO
Los usuarios del comedor social pueden hacer las tres comidas del día por 2 euros
22 ene 2019 . Actualizado a las 20:47 h.Los usuarios de la Cocina Económica tienen que rascarse un poco más el bolsillo para poder acudir al comedor social. Las tres comidas pasaron este mes de 1,50 euros a 2 euros diarios, una situación que no es del agrado de los usuarios del servicio, que cada día guardan su turno haciendo cola en la puerta en el comedor situado en la praza Irmán Gómez.
Los nuevos precios suponen pasar de 20 céntimos a 50, en el desayuno; y de ochenta céntimos a un euro, en la comida. Las cenas se mantienen a 0,50 euros. Entre los usuarios del comedor, los nuevos precios no fueron bien recibidos, y el comentario generalizado era el hecho de que 60 euros al mes supone un desembolso grande para quienes viven de la risga y tienen personas a su cargo. Algunas voces demandaban la gratuidad total para el comedor social, como en otras ciudades gallegas. También hubo usuarios que, en la puerta del comedor, se preguntaban por qué les cobran a ellos, si el comedor recibe ayudas económicas de las instituciones.
En este sentido, sor Esther Seoane, directora de la Cocina Económica, puntualiza que los recursos que recibe la institución no son suficientes para sufragar todos los gastos de personal y de suministros básicos del servicio. Ni tampoco la comida que llega por medio de las donaciones particulares y de entidades como el Banco de Alimentos cubre todas las necesidades. Esther Seoane indicó que el comedor social tiene que comprar, en muchas ocasiones, artículos para completar las tres comidas diarias que se ofrecen en el comedor social, en el que «por cierto, no se limitan las raciones y se dan menús con varios platos y varias opciones» todos los días.
«La falta de apoyo familiar dificulta que muchos beneficiarios logren salir de la calle»
m. m.
Cada día más personas se acercan a la Cocina Económica, aunque sor Esther Seoane reconoce que hay caras que se repiten desde hace años. «Muchos vienen desde hace tiempo. Una vez que están en la calle, y llevan tiempo en esa situación, es difícil salir; y la falta de apoyo familiar lo hace más complicado». La Cocina Económica, donde se realizaron obras para ampliar el espacio del comedor, siempre hay turnos para comer. No se puede hablar de un número exacto de comensales cada día, pero lo habitual es que al mediodía se reúnan allí entre 180 y 200 personas. En las cenas «no se baja de cien, y muchas veces se supera. Cuando menos gente viene es al desayuno, pero tenemos entre 60 y 70». En fechas señaladas, como las pasadas Navidades, los usuarios habituales se llevan un detalle, «que suele ser objetos para el aseo personal, y viene más gente. Pero primero se lo damos a los habituales, porque los recursos son limitados».
Cuando los usuarios se quejan del precio de las comidas, sor Esther Seoane es clara. «Los recursos son lo que son. No puede darse gratis, porque las cosas cuestan dinero. Os aseguro que, si no fuera por el Banco de Alimentos, no podríamos dar un menú completo por este precio, pero hay que comprar más cosas».
Hace unas semanas, la cocina recibió un gran lote de aceite, «pero no dura todo el año. Hay que comprar, porque no les limitamos el aceite para las tostadas del desayuno, ni para las ensaladas». En los menús del mediodía se ofrecen dos platos siempre, en los que se puede elegir entre varios productos; y se acompaña de agua, pan y postre. Además de comer en el centro, también se preparan lotes para casa, especialmente si hay menores, que no pueden acudir al comedor social.
En algunas ocasiones, también realizan pequeños préstamos de dinero en metálico. «Si nos piden ayuda para ir a un trabajo o para ir a una entrevista laboral, se la damos porque cabe la posibilidad de que consigan un empleo. Aunque sea unos días, y con poco sueldo, es bueno que vayan, porque es mejor un poco que nada», explica la directora de la Cocina Económica. Estas cantidades están obligados a devolverlas, porque «los recursos son los que son».