Carlos Landín: «En Santiago hay mucho interés por el deporte y por estar en forma»

SANTIAGO

El empresario dejó la hostelería nocturna y se apuntó a un «cambio laboral radical»
28 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Carlos Landín habla con autoridad sobre la movida compostelana, y lo hace como experto en un sector que ocupó su vida profesional durante veinte años. Su incursión en la hostelería nocturna fue en 1983, y por la puerta grande. Ese año asumió la gestión de uno de los locales de moda en las décadas de los 80-90, La Bolera, y allí estuvo «al pie del cañón hasta el 2004». Primero en sociedad con un hermano y luego en solitario, Carlos recuerda que eran los años dulces de la movida. «Santiago tenía la única universidad de Galicia, y todos los jóvenes en edad de carrera universitaria estaban aquí. Eran años de expansión, la gente no tenía otras distracciones. El ocio nocturno era la única alternativa, no teníamos ordenadores ni programas informáticos», recuerda Carlos Landín. «Santiago era una ciudad viva de noche y de día».
Esta situación de esplendor fue apagándose, y en el 2004 echó el cierre. «Durante dos años estuve dándole vueltas, meditando sobre el futuro». El empresario empezó a detectar que la «noche ya no era lo que era, y el local no funcionaba como antes. Además, mi vida personal dio un cambio, y pensé que había llegado el momento de la reconversión laboral». Carlos no se arrepiente de haber abandonado la noche compostelana, «no fue algo repentino, sino muy meditado, y estoy contento de haber dejado la noche para pasar a vivir el día. Es un lujo trabajar en lo que gusta. No te importa madrugar y hacer algún sacrificio, si haces algo que te satisface».
Tras dejar la hostelería nocturna, Carlos puso en marcha una empresa de comunicación y trabajó como comercial durante diez años. «Fue con un socio, siempre hice los negocios con un socio, aunque tengo que reconocer que nunca tuve miedo de lanzarme a hacer cosas nuevas y muy distintas».
Desde muy joven, «como aficionado me gustaba el deporte, y tras diez años como comercial pensé que había llegado el momento de apostar por él». Dicho y hecho. Tras un par de años de «darle vueltas a la idea, pusimos en marcha la empresa de deportes, el club Family Pádel». La apertura fue en el 2015, y «empezamos con una pista de tenis, mientras construíamos la nave para el gimnasio y para las pistas de pádel». Carlos Landín piensa que «en Santiago, la gente siempre estuvo y está muy interesada en el deporte, en la vida saludable, en estar en forma», y por eso se explica que en Compostela tengamos «una amplia oferta de gimnasios y cursos deportivos de todo tipo». La apertura de espacios deportivos públicos, como fueron los de Sar y Santa Isabel, la recuerda como «un duro golpe» para el sector, y es que «soy partidario de que lo público no entre en las iniciativas que pueden ser asumidas por el sector privado sin dificultad; y además no son cuestiones básicas. No es una competencia limpia».
Landín considera que los negocios del sector deportivo triunfan, por varias razones, pero «ahora la gente tiene menos hijos o los tiene más tarde, la renta es mayor y existe más interés por el aspecto exterior. A la gente le gusta estar en forma; y si pueden permitírselo, van al gimnasio. El deporte engancha».
El pádel, por su experiencia, es una actividad con muchos seguidores fieles, y sobre todo, mujeres. «Es un deporte divertido. Juegan cuatro personas, y puedes hablar y, sin duda, reír mucho». Carlos considera que su club, aunque también tiene varios equipos de competición de tenis y pádel, es como una comunidad de amigos. «Ahora que tanta gente vive sola, los clubes deportivos hacemos una labor social importante. La gente viene a una actividad, y luego queda para tomar algo o para charlar. Es comunidad, y resulta agradable ver a la gente pasarlo bien. No puedo pedir más».