La competencia de Uber y Cabify, la seguridad y el transporte pirata, los grandes problemas
09 dic 2019 . Actualizado a las 14:36 h.Si uno quiere ser taxista en estos tiempos, que prepare el bolsillo. Porque una licencia en A Coruña se está pagando a 60.000 euros. Cantidades similares o un poco superiores a las de Santiago o Ferrol. La inversión es importante pese a que en estos momentos el sector no enciende puros con billetes. De unos años para aquí, más allá de la crisis económica que azotó el país, el gremio no está para muchas alegrías. No ya por la entrada de plataformas como Uber o Cabify en A Coruña; sino también por el pirateo -particulares que traen y llevan gente a escondidas y a menor precio-; la inseguridad; la desunión que hay en el sector, pues la división es palpable en casi todas las ciudades y pueblos de la provincia entre diferentes asociaciones, e incluso la mejora del transporte interurbano, con mayores frecuencias y destinos que ahí atrás, cuando ir a un hospital o al médico obligaba a coger un taxi.
A día de hoy, existen 1.484 licencias de taxis convencionales en la provincia. A ellos hay que sumar 190 permisos para operar con Vehículo de Transporte con Conductor (VTC). Eso significa que por cada 8 taxistas, uno pertenece a algún tipo de plataforma. Los primeros se quejan de que el porcentaje es alto, que debería bajar.
Más oferta que demanda
A eso hay que añadir, según Manuel Sánchez Quindimil, presidente de la Federación Galega de Autónomos do Taxi, que en muchos lugares hay más licencias de las debidas. La oferta supera a la demanda. Por ejemplo, A Coruña cuenta actualmente con un total de 522 licencias, una cantidad «excesiva» en palabras de un sector que afronta también un nuevo fenómeno: el de los coches que doblan turnos. En los años de bonanza, los taxistas cumplían con su horario y, al finalizar, aparcaban el coche hasta la próxima jornada. Ahora, con los elevados índices de paro, muchos son los dueños de una licencia a los que, en el mismo día, les toma el testigo del volante un familiar o amigo para poder lograr unos ingresos. «Esto ocurre ahora porque hay mucho paro, que si no la gente escapa del sector del taxi. La consecuencia es que, con esta práctica, salgas a la hora que salgas va a haber mucho taxi haciendo carreras», lamenta el conductor Valentín García.
En el caso de la start-up Uber, esta reconoció la pasada semana que A Coruña era una de las ciudades del norte de España donde más demanda de su servicio percibieron en los últimos meses.
Atracos
La inseguridad también es otro de los grandes quebraderos de cabeza en el sector. Hubo un tiempo no muy lejano mucho peor, en el que para ser taxista había que ser antes un inconsciente. Porque escasas profesiones había en el mundo más peligrosas y peor pagadas. Sufrían atracos a diario y de muchos salían gravemente heridos. O muertos. La de los noventa «fue una época horrorosa», recuerda Daniel Gómez, que lleva 32 años girando el volante. Para los toxicómanos, los taxis eran cajeros fácilmente vulnerables. Hoy, con el GPS, la conexión con la centralita, la cosa ha mejorado. Pero no lo suficiente.
Y, por último, la desunión en el gremio. En los grandes núcleos de población de la provincia los profesionales se han partido en dos.
Un ejemplo es Ferrol, donde los taxistas se separaron en dos compañías a finales del 2016. Por un lado está Radio Taxi Ferrol y por otro Teletaxi Ferrolterra. Las 91 licencias que hay activas en este momento se las reparten en 69 y 22, respectivamente.