Tras la fiebre inicial por artículos de higiene personal y del hogar, los compostelanos priorizan ahora la compra de harina, huevos y levadura, además de vermú y cerveza
05 may 2020 . Actualizado a las 16:35 h.En los primeros días del confinamiento, los compostelanos se lanzaron a los supermercados y tiendas de barrio dispuestos a almacenar papel higiénico. Tras ese desfase inicial, del que tal vez alguno ya esté arrepentido, llegó una segunda oleada de compras compulsivas. El aviso de la importancia de la desinfección para luchar contra el coronavirus, y posiblemente la ocupación del tiempo libre en las labores del hogar, hizo que la lejía y otros productos de limpieza destronaran al papel de baño.
Superado el interés por la limpieza y con la despensa a rebosar de lejía, ahora en Santiago lo que más se compra son los ingredientes básicos para hacer repostería. Harina, huevos y levadura son los nuevos productos estrella de la cesta de la compra. Guillermo Moscoso, de la panadería A Moa, reconoce que venden mucha más harina y levadura. «Pero es difícil encontrar levadura. Nosotros no la usamos». En su establecimiento, al perderse toda la clientela de hostelería, optaron por poner en marcha el servicio a domicilio. «Están saliendo unos 15 pedidos diarios». Guillermo detecta que los compostelanos «están cambiando el tipo de pan que compran. Ahora prefieren panes grandes y de masa madre, que les permite tener para dos o tres días. Antes venían a la panadería todos los días, ahora se espacia más». En una panadería de Basquiños comentan que una clienta se llevó seis kilos de harina y una barra de levadura: «Nos dejó sin nada».
También en las tiendas de barrio están sorprendidos con las compras de sus clientes. Chus Garaboa, de Alimentación Mari Carmen, en Basquiños, apunta que se pasó «del papel de baño y la lejía a la harina y los huevos, pero, sobre todo, al alcohol, y fundamentalmente cervezas, ginebra y vermú». En este local, por la proximidad de la Xunta, perdieron muchos clientes. «Ahora vienen solo los de cerca, y está claro que no perdonan un vermú. Los que tienen niños en casa compra para hacer repostería». En A Tenda do Barrio, en Guadalupe, José Rodríguez, coincide en que los productos estrella son ahora «la harina y la levadura. Se triplicó su venta. También la de aperitivos, pipas, snacks». Sus clientes también han variado sus preferencias. «Tras los primeros días, en los que venía gente de muchos sitios que daba vueltas para encontrar lo que empezaba a escasear, ahora se estabilizó. Principalmente, vienen a comprar los de cerca».
«Priorizamos los envíos a mayores y enfermos de COVID»
En las naves de la Praza de Abastos se refleja a la perfección lo que es una ciudad confinada. Los clientes que se acercan a comprar directamente son muchos menos de los habituales, y hasta en las jornadas de sábado sorprende la soledad de las naves. Sin embargo, esta falta de movimiento no significa que los puestos hayan dejado de vender. Ahora las compras son telefónicas, y en la gerencia del mercado el timbre del teléfono no deja de sonar. A las consultas por esa vía se suman los pedidos por medio del correo electrónico. En todos los casos se aconseja pedir directamente a su vendedor habitual. «Hay muchos que no son compradores habituales de la praza. Hacemos lo que podemos, y se les ofrecen números. Estamos haciendo un esfuerzo económico, porque tenemos menos ingresos en la cooperativa pero más gastos. Se contrató a tres personas para sacar adelante los pedidos y tenemos dos furgonetas, pero estamos en una media de 80 diarios», explica Marta Rey, gerente del mercado. «Hay gente muy amable, que reconoce el esfuerzo. Otros no tanto», lamenta. Ante la avalancha de pedidos, en la Praza de Abastos priorizan los envíos a domicilio en el día, y otros quedan para las jornadas siguientes. «Los de clientes habituales se llevan en el día, y la prioridad son los mayores que viven solos y no tienen cerca a su familia, y los enfermos de COVID-19».
A la hora de comprar, el pescado es el producto más demandado, pero también carne, fruta y verduras. «Muchas personas que venían a comprar solo pescado aprovechan para pedirlo todo», comenta Rey. Pese a la prohibición de que acudan las paisanas, en el mercado se mantienen los puestos de frutas y verduras, aunque la oferta es ahora más escasa.