
El comercio local despacha piezas personalizadas de doble capa con filtros de TNT
13 jun 2020 . Actualizado a las 21:03 h.El comercio local de Santiago se suma a la moda de las mascarillas de tela como alternativa a las desechables que en las primeras semanas de la crisis del coronavirus coparon el mercado. Y lo hacen, sobre todo, porque este modelo permite un ahorro a medio plazo con respecto a las quirúrgicas y a las FFP2. Aunque la inversión inicial, en el caso de las más caras, puede suponer un desembolso inicial de entre 9 y 10 euros, los compostelanos parecen estar dispuestos a asumir un desembolso algo mayor en un primer momento para olvidarse de las visitas casi diarias a la farmacia o al supermercado.
Los comerciantes consultados reconocen que, si bien un primer momento había reticencias ante las dudas sobre la eficacia de los tapabocas de tela, «poco a poco la gente va tomando conciencia, y con un uso adecuado y siguiendo las recomendaciones son totalmente efectivas», apunta Isabel Cerceira, de Camelia Cosmética, que vende unas mascarillas confeccionadas por una artesana que también ofrece sus creaciones en Xeitosa, comercio de la Rúa Nova. «Si se emplea un filtro de TNT, que viene a ser el material empleado para la fabricación de las mascarillas FFP2, la protección es igual al de las más caras», apunta Mónica Castro, de Mokasu complementos. Los filtros se venden por 30 céntimos, y soportan varios lavados.
«A la gente le gusta combinarla»
La clave a la hora de elegir una mascarilla de tela es que «sea un 100 % algodón», apunta José de La Fuente del comercio O Camiño Empeza Agora. Pero insiste en que el filtro «será indispensable para completar la protección, y también lavar la mascarilla adecuadamente», advierte. Lo que deberá evitar el usuario es emplear la mascarilla por un lado y, tras unas horas de uso, cambiarla para emplearla por el otro, aprovechando los colores diferentes. Esto podrá hacerse, pero solo «si se lava previamente, de lo contrario estarás exponiéndote innecesariamente», aclara De la Fuente. La mayoría de los tapabocas de tela se fabrican con doble capa de colores y con dibujos distintos, porque «a la gente le gusta combinarla con la ropa, y aunque suene a coquetería, si hay que llevarla al menos que sea bonita», explica Cristina Gil, de Xarxa Tenda.
Las mascarillas de tela que pueden verse en los escaparates de muchos comercios de ropa y complementos de Santiago están siendo fabricadas por artesanas de la ciudad que ya son conocidos por sus prendas de ropa, por sus bolsos o por sus carteras. En Mokasu, un comercio de complementos del Ensanche, fueron precisamente las mismas propietarias las que se pusieron manos a la obra para confeccionar piezas únicas a las que incorporaron la novedad del puente nasal, para que «se adapten a la cara y no se empañen las gafas», detalla Mónica Castro.
Una prenda «que viene para quedarse mucho tiempo»
Las mascarillas de tela son «una alternativa, no solo porque el gasto en las quirúrgicas es muy alto, hay que cambiarlas cada cuatro horas, sino también porque las de tela reducen los problemas de contaminación y eliminación de los residuos de las desechables», dice Mónica Castro. Sostiene que, aunque ahora son más demandadas por las mujeres que por los hombres, «creo que con el tiempo, todos preferirán las de tela, que siempre deberán llevar el filtro TNT para proteger adecuadamente. Es una prenda que, por lo que se ve, viene para quedarse mucho tiempo», comenta.
Los comerciantes consideran que lo importante es que las mascarillas se limpien adecuadamente para volver a usarse durante un tiempo indefinido, pero insisten en que la protección está garantiza con el filtro TNT que también se puede desinfectar.