Compostela, perspectiva 2030

Francisco Candela ECONOMISTA. EX TENIENTE ALCALDE DEL CONCELLO DE SANTIAGO

SANTIAGO

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis turística que, tanto a nivel global como local, ha provocado el coronavirus, ha puesto de manifiesto la necesidad de impulsar un cambio a medio plazo en el modelo de desarrollo turístico que hasta el momento se venía produciendo.

Pero la crisis abierta ahora va más lejos de la propiamente turística para plantear la necesidad de proceder a la revisión del modelo de desarrollo económico y social en la búsqueda de una «recuperación hacia una economía más sostenible y robusta», como señalaron más de 237 personalidades del ámbito empresarial, sindical, científico y político el pasado 20 de mayo.

También, en un articulo publicado recientemente, Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, altos directivos de Repsol, vienen a señalar la necesidad de modificar el crecimiento del sector servicios por un mayor componente del industrial por cuanto «la experiencia de la última crisis financiera reflejó la mayor solidez de las sociedades industriales para mantener el empleo, salarios más elevados y contratos más estables y a jornada completa». Adicionalmente, la industria es un motor de investigación, innovación y tecnología, señalando que, en España, la industria invierte en I+D+i el 2,1 % del valor añadido bruto, mientras que el sector servicios solamente lo hace en un 0,5 %, es decir, cuatro veces menos. Conviene señalar además que, dentro del sector servicios, el turismo supondría todavía un componente de menor calidad en los términos de salario, empleo, estabilidad e I+D+i.

Se hace, por consiguiente, necesario repensar no ya el modelo económico impulsado en España a nivel general, incluso por la previsible crisis climática, sino el papel que los distintos sectores económicos han de jugar a tenor de un mayor equilibrio intersectorial evitando los riesgos, evidentes en esta nueva crisis, de un excesivo peso y dependencia de uno de ellos.

En este sentido, y refiriéndonos a nuestro municipio, podemos observar cómo ha evolucionado la estructura del Producto Interior Bruto (PIB) en los últimos años, de acuerdo con los datos del Instituto Galego de Estatística. Así, si en el año 2010 el peso del sector servicios suponía el 75 % del total, en el 2016 pasó a suponer el 81,5 %, en tanto que el del sector industrial se mantuvo en torno al 6,5% (datos publicados en diciembre del 2018). Si proyectamos esta evolución al año 2019, tenemos que convenir que no menos del 85 % del PIB municipal procedería del sector servicios, es decir, un muy preocupante proceso acelerado de tercerización de la economía, en el que el subsector turístico es causa principal teniendo en cuenta la práctica congelación de la expansión universitaria, sanitaria y de la administración pública en nuestra ciudad.

En definitiva, tanto desde la perspectiva de la sostenibilidad del desarrollo turístico como desde la óptica de las características de una sociedad volcada hacia el sector terciario antes enunciadas, se hace preciso, y urgente, redefinir nuestro modelo de ciudad. Para ello se cuenta con una Universidade cada vez más investigadora y emprendedora; un pequeño, pero muy competitivo e innovador sector industrial, y también en el ámbito del sector servicios, y en los subsectores sanitario y educativo con indudables fortalezas. En conclusión, habría que reequilibrar los distintos sectores, potenciando el universitario e industrial, y limitando el desarrollo de otros, concretamente el turístico.

Para ello nada mejor que la búsqueda del consenso, del acuerdo, no solo en el ámbito político sino también en el empresarial y en el de la sociedad civil, que tienen que integrarse en el debate que, del modo mas inmediato, debería abrirse para definir un nuevo modelo de ciudad diversificada y equilibrada en lo económico, cohesionada en lo social y sostenible en lo medioambiental, en la perspectiva del 2030.