¿Es el derribo la única solución viable para la vieja terminal de Lavacolla?

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Bugallo desvela que esa era la primera opción de Aena: «Tirar con todo»

14 nov 2020 . Actualizado a las 18:05 h.

Diez años con la vieja terminal criando hierbas y sin ninguna propuesta viable para darle una segunda vida. Así se resume el abandono de una infraestructura aeroportuaria que puso a Galicia en el mapa de los viajes internacionales y que recibió tres veces al papa. Ya no lo hará en el Xacobeo 2021 si se confirma la visita del papa Francisco, que aterrizará en la terminal inaugurada en el año 2011 y que jubiló la anterior sin que prosperase ninguna de las muchas ideas que se barajaron para darle continuidad.

El fracaso de todas esas iniciativas, que iban desde un outlet a un hotel pasando por un recinto ferial o un centro de formación aeronáutica, llevan a plantearse, una década después, una incómoda pregunta: ¿Es el derribo la única solución viable para la vieja terminal de Lavacolla? El alcalde de Santiago, que estaba a punto de dejar de serlo en el 2011 -Conde Roa le arrebató la alcaldía en mayo de ese año- desvela que la primera opción de Aena, cuando se inauguró la nueva terminal, era tirar con la antigua, dejar que la piqueta se lo llevara todo. «En certo modo eu convencinos de que non», recuerda. El regidor no es muy optimista sobre las posibilidades de futuro de una superficie de 19.000 metros cuadrados y 1.800 plazas de aparcamiento que podría ser un polo atrayente de inversiones en tiempos de bonanza, pero no ahora, y menos, a diez kilómetros de la ciudad. «A única proposta seria que fixo daquela Aena foi a dun outlet -asegura Bugallo-, pero era moi difícil, e hoxe en día, coa crise na que está sumido o comercio, inviable».

No todos lo ven así. Cuando se cerró al tráfico la terminal hubo varias propuestas, no solo desde la alcaldía, sino también desde la sociedad compostelana y sus foros de debate. Se planteó llevar allí el AVE y la intermodal, habilitar un palacio de congresos o abrir un centro tecnológico. Pero Bugallo recuerda que no eran más que ideas y que nunca hubo un planteamiento serio, un proyecto o dinero sobre la mesa. 

Centro logístico

Otras voces autorizadas de la ciudad sí se muestran más optimistas. El presidente del Club Financiero, Roberto Pereira, propone rescatar la vieja plataforma como zona de descarga para mercancías. Recuerda que ya se planteó en su día esa especialización de la terminal, pero que no resultó porque «las tarifas se pusieron por las nubes». Por su parte, el portavoz del Foro Cívico, Carlos García Cumplido, lanza la idea -ya planteada en otras ocasiones- de hacer de Lavacolla, aprovechando ese servicio, un centro logístico para la exportación e importación de mercancías. Pero el alcalde tampoco lo ve. Asegura que no hay movimiento suficiente en Galicia para una instalación de ese tipo. «A demanda é baixa», asegura. Subraya Bugallo que el 70 % de las mercancías que se mueven por el espacio aéreo ya lo hacen desde Lavacolla, y que la única multinacional con capacidad para justificar esa especialización en la vieja terminal sería Inditex, «e Inditex xa ten a súa propia terminal e non necesita máis». Otros productos que se exportan desde Galicia, como el pescado y los derivados del mar, hacen uso de aeropuertos del norte como el de Vitoria o el de Zaragoza, pero Bugallo cree que lo hacen por una cuestión estratégica que no tiene Lavacolla, la de su proximidad a Madrid y a Barcelona.

Ni siquiera le ve futuro el regidor a otra posibilidad que se barajó a lo largo de estos años, que es la de especializar la vieja terminal en vuelos de bajo coste. Es cierto que durante un tiempo hubo una elevada oferta de vuelos baratos que después decayó por una cuestión interna de competencia entre los propios aeropuertos y, recientemente, por la crisis del coronavirus, pero ni siquiera en los buenos tiempos lo veía viable Bugallo, porque «a nova terminal tiña capacidade suficiente para atraer tamén eses vos».

Es cierto que la nueva terminal se diseñó para un máximo de cuatro millones de pasajeros a los que Lavacolla no llegó ni de lejos. «Eu agardaba que este ano chegáramos aos tres millóns», reconoce Bugallo. Posiblemente habría sido así de no cruzarse el sector con la crisis sanitaria, pero en las circunstancias actuales, sería difícil superar el millón a finales de año. Y si los nubarrones planean sobre la nueva terminal, ¿qué futuro le espera a la vieja?

Bugallo, con todo, es partidario de dejar las cosas como están. «Mentras estea aí sempre hai a posibilidade de que chegue unha oferta, e eu penso que en Aena quedarían satisfeitos se así fora».