Joaquín Cortés: «Me gusta más la belleza femenina, y eso se nota a la hora de trabajar»

irene martín SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Ya jubilado cuando llegó la pandemia, echó «mucho» de menos no poder ayudar

30 nov 2020 . Actualizado a las 23:06 h.

Optó por retirarse para dedicar «todo el tiempo» a la pintura y la escultura. Joaquín Cortés Laíño (Boiro, 1952) expone medio centenar de obras en la sala de actividades institucionales del Área Empresarial del Tambre hasta final de año. «Hice retrato a muchos médicos del hospital de distintas especialidades, unos por jubilación, otros por final de residencia, pero también escenas de hospital con el personal trabajando», según explica el artista, que se jubiló hace un par de años en el CHUS como anestesiólogo tras más de cuarenta de servicio público.

A J. Cortés, así firma sus obras de creación, le «divierte» más la escultura: «Requiere más trabajo manual y se me da muy bien. No obstante la pintura moderna, a veces, se parece más a la escultura, aportando a la superficie plana elementos distintos a los pigmentos, como piezas de diversa índole que tienen de por sí volumen. Muchas de mis obras son de este tipo y yo las llamo pintoescultura». Al doctor Cortés siempre le interesó el arte, compraba libros, iba a los museos e, incluso, asistió a clases durante un año en su etapa luguesa a la vuelta de Madrid. «Me gusta más la belleza femenina y eso se nota a la hora de trabajar», advierte el creador, que dice buscar temas de proximidad relacionados con la familia, los amigos o los lugares que frecuenta.

«Me retiré pudiendo quedarme unos años más ejerciendo la medicina, pero necesitaba el tiempo para la pintura y la escultura. Cuando vino la pandemia ya estaba en casa y eché mucho de menos no poder ayudar, pero me mantuve en contacto con los compañeros, que lo hicieron estupendamente obteniendo unos resultados de los mejores de España en cuanto a mortalidad», según relata el especialista, que se apuntó en el colegio médico durante la primera ola para «volver en caso necesario». Por otra parte, el doctor Cortés reconoce que Santiago no es ajeno a los problemas generales de la sanidad pública: «Los médicos han sido desposeídos de su participación y peso en los órganos de poder, que ahora están en manos de los políticos. Esto da lugar a una burocratizacion excesiva, a un ordeno y mando y café para todos que corta toda iniciativa propia del facultativo que lo lleva a una desmoralización y apatía que provoca que los mejores busquen nuevos horizontes lejos de la sanidad pública».

Este hombre natural de Cabo de Cruz, por cuya playa pasea con su perro, hizo Anestesia en la clínica madrileña Puerta de Hierro junto a otros compañeros que hoy son jefes de servicio en los hospitales españoles, entre ellos, el titular del CHUS y actual decano de la facultad de Medicina, Julián Escudero. «Al acabar la carrera me tocó Madrid para hacer el servicio militar, así que una vez finalizado me presenté a un incipiente MIR, pudiendo elegir uno de los mejores hospitales en aquella época, Puerta de Hierro. Me decidí por Anestesiología porque me gustaban mucho los cuidados intensivos y la reanimación. Por otro lado, aquellos años eran los de la Movida y la diversión también estaba asegurada. Fue una etapa inolvidable», añade Cortés. También rememora con gusto los tiempos de estudiante en Santiago. «No había mucho dinero y vivía en una pensión de Galeras. Todos nos quejábamos del frío que hacía, porque no había calefacción y la estufa eléctrica estaba prohibida. Teníamos que estudiar en la cama arropados con las mantas». A pesar de estas penurias, confiesa que lo pasaban muy bien, se conocían todos y eran como una gran familia: «Jugábamos a las cartas, hacíamos deporte y ligábamos con las chicas de la pensión de enfrente, ya que estaban segregadas por sexos». Otros tiempos.