Seis jóvenes cumplen su sueño de ser pilotos en la escuela de vuelo de Santiago

La Voz

SANTIAGO

Sandra Alonso

Son alumnos del centro del Aeroclub, donde les orientan a una carrera en la aviación comercial

14 mar 2021 . Actualizado a las 10:42 h.

Que levante la mano la persona que nunca tuvo el sueño de volar, y que lo haga también el que no se planteó alguna vez en su vida ser piloto de un avión comercial. Estas ideas rondan la cabeza de los alumnos de la Escuela de Vuelo ATO 049 del Real Aeroclub de Santiago, que tiene la sede de sus aviones en el aeródromo militar de Lavacolla. De entre todos, destacan seis jóvenes que, en torno a los 18 años, están cumpliendo su sueño. Son Javier Souto y Samuel Campaño, de Caldas y residente en Santiago; Jorge Franco y Aitor Hernández, de A Coruña; Brais Gil, de Santiago; y Augusto Aizpum, de Madrid aunque con familia afincada en Compostela. Jorge Franco, de 17 años, la pasada semana voló solo por primera vez. Sus profesores destacan su capacidad para aprender rápido, «es muy maduro para su edad». Los seis jóvenes no solo cumplieron su sueño de volar, sino que su formación está orientada hacia la carrera de piloto comercial. El curso no tiene un tiempo de duración concreto, sino que se rige por horas de vuelo, pero los seis jóvenes cumplirán objetivos en menos de un año. Aitor Hernández es el primero en completar la formación, y está listo para el siguiente paso. De estos seis jóvenes, Claudio Guridi Irasaba, jefe de Instrucción, destaca la «entrega total a la formación. Todos están estudiando y compaginan sus estudios con la escuela de vuelo. Se organizan los vuelos para que lleguen a todo, pero siempre están dispuestos. Tienen una enorme capacidad de sacrificio para lograr la meta». Eduardo Antón y Diego López Senín, este último exalumno de la escuela del Aeroclub y copiloto de Iberia Express, son dos de los instructores de vuelo de la escuela. Una de las ventajas de la formación en este centro del Aeroclub es que «formamos a los pilotos con un nivel de exigencia muy alto, de profesionales, para facilitarles el paso a los siguientes cursos», y por ello volar desde un aeropuerto internacional supone «trabajar con muchos protocolos y auditorías anuales de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. El entorno con tráficos internacionales, tráfico militar y de salvamento, es un lujo». Esto no es un problema para estos seis jovencísimos pilotos: «Se criaron con simuladores de vuelo de juego, de los que puedes tener en casa; y se nota que tienen esa experiencia a la hora de aprender. Llegaron por vocación, y tienen claras las metas. Si no se distraen, pilotarán aviones comerciales o de mercancías siendo muy jóvenes». Junto a los seis chavales, aprenden a volar otras seis personas, profesores, empresarios y un médico. «Siempre quisieron volar, pero no pudieron hacerlo en su momento. Nunca es tarde».

Música y rentabilidad

Profesionales de la música analizaron ayer en el Salón Teatro las vías para rentabilizar la distribución musical a través de las plataformas digitales, un reto que cobra especial importancia con la pandemia. Intervinieron Ana Biedma y Saúl Cabrera, junto a Jacobo Sutil, director de la Axencia Galega das Industrias Culturais, quien subrayó la inevitable necesidad de «retorno económico que nos ofrecen outros xeitos de consumir música máis alá da experiencia dos directos». Organizada por la Xunta y la Fundación Paideia Galiza, cerró la sesión una actuación de la cantante Sheila Patricia.

 

Artesanía con futuro

La joyera artesana Rosa Méndez, con taller en Teo, es un ejemplo de la capacidad de la artesanía gallega para reinventarse gracias a la digitalización y el comercio electrónico. Es la conclusión del conselleiro de Economía, Francisco Conde, tras visitar ayer el taller de Rosa, especializada en joyería en vidrio.