Santiago recupera parte de su noche con ganas de cena y mirando el reloj

b. casal / M. Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El horario ampliado hasta las 23 horas devolvió el ambiente a los restaurantes del casco histórico, mientras el Ensanche vivió una noche más tranquila por la falta de locales con licencia para abrir

17 abr 2021 . Actualizado a las 21:00 h.

Con el pórtico de la Gloria recién reabierto, a Santiago tan solo le falta recuperar su otro gran atractivo: las noches compostelanas. Y ayer dio el primer paso para hacerlo, estrenando el nuevo toque de queda a las 23 horas y volviendo a servir cenas en unos restaurantes que recibieron más reservas de las que esperaban por la mañana. El movimiento de gente no tardó en dejarse ver y cerca de las nueve de la noche la sensación ya era la de que todavía se podía estirar algo más el día gracias al nuevo horario.

«Ahora ya tienes algo más de margen para sentarte tranquilamente, aunque ya tenemos controlado el tiempo que nos lleva volver a casa», señala Alejandra, que acudió con un grupo de amigos y tres pequeñas a cenar a la terraza de O Sendeiro, en Sar. «Google dice que el trayecto de vuelta es de 15 minutos. Es lo que toca: horario europeo», añade Gonzalo, también presente. Esa sensación de apurar la cena todo lo posible fue la tónica general en los restaurantes, con más trabajo del esperado.

«Para esta noite temos 30 reservas, parece que a xente se anima», explicaba ayer el responsable de A Moa. Allí cenó Manuel, junto a otros cuatro amigos de la zona, que tenían bien medido el tiempo de regreso: «En diez minutos estamos», afirmó Eunice. «¿Quieres un titular? Recuperar las cenas es una bendición», destacó Manuel, con dudas sobre la eficacia del rastreo en caso de que haya algún positivo. «¿Quién se va a encargar de todos esos datos?», se preguntó el hombre, refiriéndose al nombre, apellidos, DNI y número de teléfono de todos los comensales para trazar positivos.

Entre los que se animaron a cenar la sensación general fue de calma y seguridad. En algún caso, como en el Xacobe del Franco, hasta se aprovechó para celebrar un cumpleaños en grupo reducido. La noche también dio para pequeñas cenas de amigos: «Yo vengo de Vigo y estoy tranquilo, aunque el registro de datos crea un poco de desconcierto. Parece que si vas a cenar y hay algún contagio, te arriesgas a hacer cuarentena, cuando eso mismo puede pasar en un bar por la mañana y no das ningún dato», apuntaba Daniel, en O Dezaseis. «Hai que vivir un pouco e aquí estase tranquilo», afirmaba su compañero de mesa. Aun con todo, los esfuerzos de la hostelería por transmitir seguridad surtieron efecto, si bien los medidores de CO2 no llegaron a tiempo para la mayoría de restaurantes, que esperan tenerlos funcionando a lo largo de los próximos días.

Reservas para beber

Si la nueva normalidad, a partir de las 21 horas, venían siendo unas calles en silencio, ayer el casco histórico siguió con movimiento a partir de esa hora; sobre todo, de grupos de jóvenes y mediana edad. «Houbo xuventude que chamou para reservar e beber», indicó el responsable del María Castaña, a rebosar a eso de las diez. Más tranquilo estuvo el Ensanche, sin apenas locales abiertos (muchos no son restaurantes) y apenas unos cuantos grupos de jóvenes en la Praza Roxa a poco del toque de queda.

«Preferimos esperar a que termine el toque de queda»

La ampliación de la hora de cierre exclusivamente para los locales con licencia de restaurante no fue acogida con la misma alegría por todos los restauradores. Hay muchos que prefieren esperar a conocer la evolución de la medida, y sobre todo, a que queden claras las características de los medidores de aire.

En el restaurante A D´María, en Cacheiras, seguirán ofreciendo comidas todos los días de la semana, pero cerrarán a las nueve de la noche como los café-bar, y bares. «Nosotros preferimos esperar a que termine el toque de queda», apuntaron. En su decisión influye fundamentalmente el hecho de que muchos de sus clientes se desplazan hasta Cacheiras desde Santiago, lo que les deja con poco margen para disfrutar de una cena tranquila.

El restaurante La Tita tampoco quiere arrancar con las cenas, porque no percibe por el momento alegría en el consumo. La cautela también hace que A Taberna da Feira, en Salgueiriños, opte por mantener el cierre a las nueve de la noche. Las dudas sobre la respuesta de los clientes le hacen ser cauto, ya que para atender la ampliación del horario tendrían que modificar el ERTE, lo que implicaría un mayor gasto sin seguridad de actividad.

Tampoco la raxería de San Marcos se anima a servir cenas y fuentes del restaurante comentaron que el consumo «va aún muy lento y no se ve animación para cenas». En general, los restaurantes situados en el casco histórico, y con una cartera de clientes estable, son los que más se animaron a abrir sus puertas para servir cenas. En el sector apuntaron que las dos o tres primeras jornadas de las nuevas aperturas suelen registrar llenos, igual que la última jornada antes de un cierre, «pero luego se enfría, y no se puede arriesgar», apuntan desde La Tita.