In memoriam del profesor José Carro Otero

Francisco Javier Jorge Barreiro CATEDRÁTICO EMÉRITO DE ANATOMÍA HUMANA

SANTIAGO

24 abr 2021 . Actualizado a las 13:36 h.

Ayer sufrimos la dura noticia del fallecimiento de uno de los miembros más queridos del Departamento de Ciencias Morfológicas de nuestra Universidad, con el cual muchos de nosotros hemos convivido más de 50 años. Conocí al profesor Carro Otero cuando era estudiante de Medicina. Él era el alumno interno de Anatomía del profesor Echeverri, y desde muy joven se dedicó a la docencia en cuerpo y alma. Tenía condiciones innatas para explicar la anatomía a los alumnos y por eso era muy apreciado por ellos. Ha sido profesor titular de Anatomía Humana, impartiendo Anatomía, Biología, Antropología e Historia de la Medicina en la Facultad de Medicina, y Biología y Antropología en la de Biología..

El profesor Carro tuvo precozmente una vocación médica, dirigida hacia la anatomía, la antropología y a la historia por influencia de su tío el canónigo Jesús Carro, archivero de la Catedral, antropólogo, historiador, y estudioso de la ciudad y del fenómeno Jacobeo.

José Carro Otero fue uno de los primeros antropólogos de Galicia, realizando diversas excavaciones, a las que llevaba a los alumnos de Medicina y de Biología para fomentar las vocaciones hacia su especialidad. Existen muchas anécdotas de esta época heroica. Por ejemplo, para que las personas de los pueblos colaborasen con él, los atraía con sus conocimientos médicos y de dentista que había adquirido de otro tío suyo, y lo hacía organizando en las aldeas un gabinete médico-dentista gratuito.

Dedicó una parte importante de su vida al conocimiento de la Historia de la Medicina Gallega, llegando a ocupar el sillón de esta especialidad en la Real Academia de Medicina de Galicia, siendo elegido presidente de la misma hasta su fallecimiento. En la Academia organizó el Museo de Historia de la Medicina de Galicia del que estamos orgullosos.

Era muy trabajador, sensato, inteligente, brillante, buen compañero, simpático, accesible y con unas dotes excepcionales para la oratoria. Creo que no hay sociedad médica o cultural con la cual no haya colaborado con sus magistrales conferencias, pues ha dictado cerca de mil. A una excelente memoria, una gran facilidad de palabra y conocimientos enciclopédicos sumaba la amenidad de sus discursos.

Como conversador no tenía precio. Era muy simpático y ocurrente, con una memoria prodigiosa para los chistes, que además sabía contarlos. Viene a mi memoria un viaje que hicimos al Congreso de Anatomía de Zaragoza donde se pasó todo el viaje en coche contando chistes y anécdotas, que en algunas ocasiones nos despistaba y dificultaba la conducción.

Hay dos facetas de su vida que creo que para él tenían una importancia capital: la religión católica y la milicia. Siempre fue un católico practicante, muy conocedor de todo lo referente al fenómeno jacobeo, de la ciudad de Santiago y de las celebraciones en la Catedral. Por ello decíamos de broma sus compañeros que le hubiera gustado ser arzobispo. Además de haber sido comisario del Jacobeo, ha impartido múltiples conferencias sobre el fenómeno jacobeo, y ha sido «guía especial» de visitantes ilustres.

A través de la Real Academia de Medicina de Galicia, promocionó los encuentros médicos con la Sanidad Militar, que sirven para el conocimiento de la medicina militar por parte de médicos civiles y estudiantes de Medicina. Hizo que se desplegase un hospital de campaña en la plaza del Obradoiro con asistencia de médicos y estudiantes de la Facultad y de académicos. También promocionó los encuentros médicos de la Academia con la Escuela Naval de Marín. Por todo ello le concedieron diversas condecoraciones militares.

Otro de los logros de este polifacético profesor fue la relación con Portugal, ya que como asesor del presidente Fraga y como académico favoreció las relaciones galaico-portuguesas. El Gobierno portugués le otorgó las condecoraciones de la Orden Civil del Infante D. Enrique y de la Orden Militar de Santiago da Espada.

Siempre que se le pedía, estaba dispuesto a colaborar con las instituciones, por ejemplo ocupando el cargo de Secretario de la Facultad de Medicina, o concejal en el Ayuntamiento.

Enviamos nuestro pesar a sus hijos Susana, Santiago y Gonzalo, y a la sociedad que le apreciaba. El profesor Carro Otero ha tenido una vida brillante repleta de actividades y trabajos bien realizados, y por ello todos los que le conocimos le echaremos de menos, sabiendo que lo que sembró queda en todos nosotros.

Terminaré con palabras de Leonardo da Vinci: «Como un día bien pasado trae un sueño feliz, la vida bien utilizada trae una muerte feliz».