Los costes de los alimentos y la energía encarecen la ración hasta cinco euros
13 feb 2022 . Actualizado a las 00:49 h.Igual de satisfechos, pero cinco euros más pobres. O menos ricos. Así saldremos de los restaurantes en esta recta final del invierno, en la que hay ganas acumuladas de costilla, cacheira, grelos y chorizos por el fiasco del año pasado, arrasados por la tercera ola. El que quiera cocido, que se apriete el cinturón, porque los precios de la ración o de los menús han escalado un buen trecho respecto a hace uno o dos años, cundo se celebraron las últimas comidas de grupo en torno al plato por excelencia del carnaval.
«Nos han subido todo», dicen los hosteleros que han hecho del cocido su principal imán para estas fechas. Lo reconocen preocupados, porque «reservas hay», pero se nota el temor a un rechazo de una clientela a la que también están sableando de mala manera para llenar el cesto de la compra o el depósito del coche. «Empezamos a servirlo en octubre y aguanté por respeto a la gente, pero el próximo mes tendré que subir los precios porque esto es insostenible», reconoce Julio Vázquez, del bar Rodeiro, en la rúa de San Pedro. La ración completa la mantiene a 25 euros desde hace cuatro años, y todavía tiene que estudiar el nuevo precio, porque el problema más grave, asegura, no está en la carne, el alma del cocido.
Vázquez alerta del alza de las verduras, una apreciación que ratifican desde el restaurante Susos, donde la preocupación se hace extensible a la falta de grelos. Un buen manojo es oro verde, y la falta de lluvia contribuye a su escasez y, por tanto, tienen un precio inflado para esta época. «Y la carne de cerdo también subió una barbaridad», remiten desde San Marcos, donde la ración está a 20 euros, y el menú completo, con vino y postre, a 30, cinco más que hace dos años.
Otros cinco euros, hasta los 35, ha tenido que subir Manuel Pérez en el Fogar do Selmo, en Rois, y más que tendría que encarecer su menú si no criase sus propios porcos celtas y otros animales que le permiten contener los precios de unos productos «caros», como la gallina de Mos o la carne de vaca cachena. El complejo hostelero de Urdilde es uno de los referentes del cocido de calidad, que complementa con buenos vinos, algo que agradece un perfil de clientes que ya están moviéndose para conseguir unas reservas que se venderán caras el fin de semana anterior al entroido, en el próximo cambio de mes. «Llevábamos cinco años sin subir el precio», comenta Pérez Lois, que confía en la comprensión de los clientes.
La opción casera
La prueba del nueve de que el cocido empieza a estar a precio de comida de lujo está en la Praza de Abastos. Baltasar Aller lleva 17 años en su puesto y tiene clientes de hostelería y particulares, aunque el cocido falta cada vez más en los hogares, porque ya no hay familias como las de antes. «Hace unos años no me cabían las cacheiras en la nevera», comenta el carnicero sobre una de la partes del cerdo que apenas ha variado su cotización. «Últimamente subió la costilla, más de un euro el kilo», advierte, y también los chorizos, «unos céntimos más caros». En lo que respecta a su negociado, el coste del material mínimo para cuatro personas no baja de 16 de euros. Y después quedan las verduras —con alzas por encima de los dos dígitos— y las patatas, que no le van a la zaga. Y para ejecutar hay que encender los fogones de gas o los eléctricos, y esa es otra salsa que todos, hosteleros y particulares, digieren mal.