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Ana dio el salto del mundo audiovisual a la pintura artística en tiempo de pandemia

Por Sonia Portela

SANTIAGO

Sandra Alonso

Prepara un local en Área Central en el que dará clases a niños y mayores

01 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Su gusto por la pintura nunca se le fue totalmente de la cabeza, pero cuando terminó la carrera de Bellas Artes su vida profesional fue por otros derroteros. Siguió el camino del mundo audiovisual y de la animación, hasta que unos tres años antes de que el covid pusiera el mundo del revés Ana Lombao dejó ese ámbito para probar suerte en otros sectores. «Pasé por varias cosas. Fue una etapa para buscar mi sitio y buscarme a mí misma», comenta. Finalmente, la pandemia y todo el caos que se produjo alrededor de todos nosotros le sirvió a Ana para «retomar los pinceles y la pintura». Ella pensó que era necesario buscar alternativas a lo virtual: «Quería recuperar el contacto con algo palpable. Tener los pinceles en la mano me ayudó mucho en aquellos momentos de agobio». Ana vive la pintura con pasión. «Dejar el ordenador y todo lo virtual me vino muy bien. Necesitaba recuperar la pasión a la hora de hacer cosas». Con la recuperación de la «casi normalidad», Ana comenzó dar clases de pintura a niños y adultos en centros socioculturales de Santiago. «Surgió la oportunidad y decidí aprovecharla. Me produce mucha satisfacción enseñar a niños y adultos. Cada uno tiene lo suyo, pero es muy satisfactorio, porque ayudas a personas que creen que no serán capaces de crear algo bonito. No puede haber nada más agradable», valora. Una de las reacciones que más energía positiva le aporta es la cara que ponen sus alumnos cuando algo les sale bien: «Es la cara del eureka. Es fantástica». Ahora, con la seguridad de que es «justamente lo que estaba buscando», Ana prepara la apertura de un taller de creatividad artística en el centro comercial Área Central. La idea es ofrecer clases de pintura, pero también otras disciplinas artísticas. Con el taller, Ana considera que se gana en operatividad frente a las salas en los centros socioculturales, donde muchas personas acuden para buscar alternativas de ocio. «En los centros está bien, pero hay que montar y desmontar todo, porque se comparte el espacio con otras actividades. La ventaja es que en el taller todo está a mano. Se pueden tener las cosas listas para no perder tiempo con el montaje», indica. Su intención es poder inaugurar el taller antes del verano y comenzar a preocuparse solo de «dar las pautas y ayudar a los niños y a los mayores a sacar la creatividad que llevan dentro». Ana reconoce que es la parte que más le gusta. «Muchos creen que no serán capaces de hacerlo, pero todo es posible. Cuando los niños, que tienen un nivel de autoexigencia que me sorprende, y las personas de la tercera edad logran el objetivo tengo doble satisfacción: por ellos y por mi», resuelve Ana Lombao.