La capitalidad de Santiago, que resolvió «unha anomalía histórica», cumple 20 años

r. martínez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Alfonso Rueda afirma que aquel acuerdo valió la pena y que «estase vendo agora»

02 jul 2022 . Actualizado a las 01:34 h.

Un texto consensuado por la corporación municipal. Eso fue lo que exigió Manuel Fraga, presidente de la Xunta en el 2001, al entonces alcalde compostelano, Xosé Sánchez Bugallo, para iniciar la tramitación del Estatuto de Capitalidade. Meses después, en junio del 2002, el Parlamento refrendaba el texto acordado en el ala municipal del pazo de Raxoi por socialistas, populares y nacionalistas, las tres formaciones que integraban la corporación local, las mismas que ocupaban los escaños de O Hórreo.

El debate capitalino venía de lejos, pero Fraga entendió que aquel «era un bo momento» y se comprometió a que Santiago celebrase el 25 de julio de aquel año como capital, según refirió Sánchez Bugallo en la celebración, ayer en Raxoi, del veinte aniversario de aquel acuerdo parlamentario, acto al que asistieron los presidentes de la Xunta y el Parlamento, Alfonso Rueda y Miguel Santalices, y el delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones.

Los cuatro repasaron, ante la actual corporación local, parte de la del 2002 y otras autoridades civiles y militares —el presidente de la Diputación de A Coruña, Valentín González Formoso; el rector de la USC, Antonio López; y los representantes del aeródromo militar, la Guardia Civil y las policías nacional y local, entre otras— lo que supuso para la ciudad y para Galicia un acuerdo que, para Santalices, acreditó «a madurez das institucións, o afianzamento da nosa autonomía e a definitiva superación da vella, e naquela altura xa absurda, disputa» por la cuestión capitalina. El presidente del Parlamento habló de Galicia como una comunidad inteconectada que puede funcionar como ciudad única y animó a superar localismos: «A realidade demóstranos o contrasentido de determinados localismos» que «seremos quen de superar máis cedo que tarde».

Antes, Bugallo había indicado que el estatuto capitalino había resuelto «unha anomalía histórica», el reconocimiento de la aspiración «dos galegos e veciños de Compostela», y reparado «unha ferida profunda que se sentía en Santiago desde o mapa provincial de 1833, cando pagou tan cara a súa adhesión á causa carlista, coa disolución da provincia». El alcalde puso la unanimidad en torno al texto capitalino como ejemplo de que «hai temas que se deben retirar do debate político, porque o país debe estar por riba do partido».

Pese a las dificultades que tuvo este proceso, Alfonso Rueda lo tomó también como un ejemplo de «espíritu de cohesión social», por encima de diferencias, y resaltó la importancia de una Galicia unida para afrontar, desde la cooperación institucional, los retos del futuro. El presidente habló de beneficios para la ciudad con aquella designación, pero también de «cargas» reconocidas en el presupuesto gallego (2,3 millones) y de que el acuerdo de hace 20 años valió la pena. «Estase vendo agora», dijo para cerrar un acto en el que José Miñones aseguró que Santiago fue «protagonista determinante na construción de Galicia» y es también «a capital de Europa por historia, cultura e simbolismo».