
El recorrido incluye paradas en la Capela dos Milagros e Desamparados, en el área recreativa de A Horta do Cura y en la gran iglesia de Luou, entre otras
31 oct 2022 . Actualizado a las 23:20 h.Si Cornide aparecía en las guías, y en efecto aparecía, era por su estupenda casa de turismo rural. Raramente se detenía alguien en sus alrededores si no fuera porque se trataba de un amigo de la prehistoria, ya que la zona se muestra generosa en petroglifos, esos grabados en piedra muy anteriores a la época de los castros. Pero lo curioso es que esa carretera ofrece lugares para admirar, para detenerse, para relajarse, para hacer una foto de familia.
Esto es el municipio de Teo, y para llegar a Cornide procede dirigirse a Padrón y a la altura de Casalonga elegir la izquierda ascendente en la rotonda. Que nadie se ponga nervioso: la señalización es buena. Y luego que nadie le haga caso a la gran cantera que se bordea para plantarse ante el primer edificio que reclama una parada: la Capela dos Milagros e Desamparados Cornide-Calo, un edificio que de lo único que no puede presumir es de ampulosidad.
El templo es pequeño y muestra una planta rectangular con tejado a dos aguas. Los sillares de granito se han reservado para la fachada, en la que solo destaca su puerta, una pequeña ventana cuadrada encima y la espadaña, humilde y de un solo hueco.
Y todo ello no debe ocultar el crucero que se alza frente a la capilla, construido sobre una plataforma cuadrangular que presenta tres niveles. Arriba de todo, una cruz con un Cristo crucificado y con corona de espinas, además de un paño que representa la pureza. Al otro lado, la Virgen rezando y cubierta por una túnica.
La carretera sube mimetizándose con un bosque precioso, sobre todo a la derecha, y el visitante tiene la sensación de que circula por un auténtico túnel de árboles. Curva aquí y curva allá hasta llegar a otra zona de viviendas, y el inicio de esta, a la diestra, lo marca un crucero elevado —realmente en su día se ha bajado el nivel de la ahora pista— muy simple, bien cuidado y de no mucho valor histórico.
Como no lo tiene el siguiente a mano contraria tras haber dejado atrás una vivienda magnífica y ejemplar en lo que se refiere a estética. Este segundo crucero tiene una inscripción que deja claro que es moderno: del difícil año de 1944, hecho por el cura y los feligreses. Tiempos en que, se tuviera mucho, poco o nada, no había quien se opusiera a un gasto así ordenado por la Iglesia.
Pero sin duda lo de más valor hasta ese momento es el edificio no exento de monumentalidad y con unas letras enormes que dicen bien a las claras qué fue: «7 de octubre de 1905. Sindicato de Agricultores y Ganaderos de Luou». Por cierto, no hay que irse sin leer la placa que ornamenta un lateral.
Inmediatamente después está la inmensa área recreativa A Horta do Cura, que está en obras, con un gran palomar rehabilitado en la retaguardia y un tercer crucero antes de entrar en ella que presume más que de un «pousadoiro», de un altar de gran tamaño. A su lado, bancos y una fuente que cumple con su función.

Aunque sin duda la joya de la corona en esa encrucijada de carreteras que cuenta con servicios hosteleros es la gran iglesia de Luou, con su cementerio parte en tierra y parte construido en un neogótico reciente que recuerda a los de la Terra Chá lucense. Algún sepulcro muestra cierta grandeza decorativa y un trabajo artesano digno de un artista, si bien la conservación no es en todos los casos lo buena que debería ser.
Una placa recuerda a un querido párroco y una inscripción, bajo el tornalluvias de la fachada, reza así: «Esta fachada y arco inmediato se hizo el año 1832 a esfuerzos del cura don Tomás Lougedo y sus feligreses y a expensas mandadas de buenos Aires por D. José Vidal, natural de esta parroquia. Rogad por ellos».