Hermanos Andrés: «Santiago despuntaba ya en los 90 con su uso de la madera y eso marcó a estos dos bilbaínos»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO

SANTIAGO

Sandra Alonso

Son los arquitectos que firman rehabilitaciones como la de la escuela infantil de Santa Susana o la de la Casa do Taberneiro, en la rúa de San Pedro, donde tienen su estudio, Arrokabe. Este año lanzan un sistema de construcciones prefabricadas y consumo casi nulo: «Tenemos a gente esperando»

12 mar 2023 . Actualizado a las 08:56 h.

Son vascos, pero se consideran casi gallegos. «Nuestra madre es de Arzúa y, de niños, los veranos los pasábamos aquí», evoca Óscar Andrés Quintela, el arquitecto, de 53 años, que, con su trayectoria, orientó a su hermano Iván, de 42. «Estudié la carrera en Pamplona. Con 25 años, por razones familiares y afectivas, me trasladé aquí en un momento, en 1995, en el que Santiago vivía una efervescencia arquitectónica. Se desarrollaba el plan especial de rehabilitación. La ciudad ya despuntaba con su uso de la madera. Su empleo en el casco histórico era pionero. Hace casi 30 años se hablaba aquí de sostenibilidad. Eso marcó a estos dos bilbaínos», apunta Óscar cómplice, cediendo la palabra a Iván.

«Yo lo veía a él y con 7 años quería ser arquitecto. Empecé trabajando en un estudio de Barcelona que admiraba, el de Josep Llinás, hasta que me llamó Óscar, que llevaba aquí la gestión de oficinas de rehabilitación de conjuntos históricos, para ayudarle. Mi idea era seguir allí, pero me vine», explica Iván satisfecho, valorando el trabajo en familia. «Nosotros tenemos tantas referencias, hasta musicales, comunes que hay cosas de las que no necesitamos hablar. Se avanza rápido. La confianza ayudó, además, durante los años de la crisis. Si fuésemos de edad pareja a lo mejor no sería igual», ironiza.

Los arquitectos Iván Andrés (izquierda) y Óscar Andrés (derecha), impulsores del estudio Arrokabe
Los arquitectos Iván Andrés (izquierda) y Óscar Andrés (derecha), impulsores del estudio Arrokabe Sandra Alonso

En el 2006 se juntan aquí en Arrokabe, un estudio que hace un guiño con el nombre a su comunidad de origen, con la ‘k', y a sus convicciones, al aludir a una pieza de madera. «Lo abrimos en la rúa de San Pedro por una oportunidad, aunque luego Iván ya quiso vivir aquí. En el barrio hicimos varias rehabilitaciones», remarca Óscar con cariño, dando ejemplos. «Reformamos la Casa do Medio, una vivienda particular del siglo XVIII, con patio interior, de la que mantuvimos su estructura original. La gente se asomaba para verla», recuerda divertido, mientras Iván se detiene en la Casa do Taberneiro, una de las dos edificaciones de San Pedro que conserva una tipología medieval y que se reconvirtió en local de hostelería y centro sociocultural privado. «Fue un reto releer el edificio, conservar sus singularidades patrimoniales. Vecinos se paraban y comentaban que familiares suyos habían vivido allí. Era como un ejercicio de memoria», recalca ilusionado.

«También nos gusta cuando nos dicen que al ver una obra ya la reconocen como nuestra. La madera es un hilo conductor. En eso somos algo pesados», bromea Iván, citando más proyectos, no solo de Santiago, como el mirador de A Cova, en la Ribeira Sacra, su edificación de mayor proyección y por la que fueron premiados en Canadá.

«Hay proyectos que sin tanta visibilidad son transformadores. Aquí hicimos el nuevo muro del Pombal. Bajamos su altura, metimos el verde en la calle. Cambió la zona. Aún no está terminado, pero hay consenso en que gusta», encadena Óscar agradecido. «Nuestras obras aquí no fueron de gran envergadura, pero algunas son significativas», asiente Iván, subrayando la remodelación de la escuela infantil de Santa Susana, en la Alameda. «Por su estructura, tan medida, al inicio puedes pensar que ese uso a lo mejor no es el propio, pero luego te reafirmas en la importancia de que las obras se vivan. Mi hija, de tres años, está feliz en esa guardería», admite.

Sandra Alonso

Otro cometido que les enorgullece es el de colaborar desde un grupo de la Fundación Catedral con la restauración del templo. «Estuvimos presentes en la concepción de las cubiertas. En alguna obra fuimos proyectistas. Es un aprendizaje continuo. A medida que la conoces le das aún más valor a nivel arquitectónico», destaca Óscar mientras Iván, también con entusiasmo, avanza su último proyecto. «Desde hace años trabajamos en sistemas prefabricados y modulados de construcción en madera de alta calidad y consumo casi nulo. Tenemos cuatro proyectos listos, orientados a usos distintos, como hoteles, ferias o casas pequeñas, y los vamos a comercializar. Alienta ver que crece la demanda. En nuestro caso hay gente esperando», aclara. «Uno de los modelos se inspiró en una vivienda de uso ocasional que hicimos a mis padres en Arzúa», desliza Óscar, sin perder de vista sus orígenes. «Con Bilbao retomamos contacto. Nos llaman para dar cursos o recibir premios. Allí también nos reconocen por la madera», acentúa.