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25 jun 2023 . Actualizado a las 11:46 h.El lema del San Xoán compostelano, «Estou na chama!», pasó de metáfora a casi realidad. Más de quinientas cacharelas —una veintena en espacios públicos— elevaron todavía más un termómetro que a las diez de la noche marcaba 26 grados e iluminaron una noche mágica que no solo disfrutaron los vecinos, sino también numerosos turistas, que no dudaron en degustar las sardinas que acompañaban las consumiciones en múltiples establecimientos hosteleros y puestos en la calle ya desde media tarde, que se anticipaban a lo que luego llegaría con las sardiñadas asociadas a las hogueras más tradicionales. Y es que el olor tan característico que deja el pez rey por San Xoán acompañó durante horas la ciudad, aunque cada vez las sardinas encuentran más competencia de otros productos, como churrasco o chorizos asados. Además, en algunos de los puntos la magia se completó con actuaciones musicales.
Fue cita multitudinaria tanto en el casco histórico como en los barrios para seguir una tradición que se transmite generación tras generación. «Xa desde pequena na miña casa se celebraba con miña avoa ensinándonos todo. As tradicións hai que mantelas, sobre todo aquelas que son máis propias de Galicia», aseguraba Martina, una vecina de Conxo, después de saltar con sus dos hijos y dos sobrinos de entre dos y ocho años en la plaza Salvador Parga, ya que este año por primera vez eligió otro punto de la ciudad para acudir.
El radar de Conxo, a la hoguera
El barrio de Conxo es uno de los grandes referentes cada año por la noche de San Xoán, como quedó demostrado con las colas que se formaron para degustar las dos sardinas acompañadas de un pedazo de pan que repartía la organización. En las hogueras, donde los más pequeños tiraron los apuntes para poner el colofón al curso académico, también hubo espacio para la ironía, con una recreación del radar localizado en el barrio y de una sanción de cien euros impuesta en este punto.
Otro de los puntos de referencia habitual en la jornada estuvo en el barrio de San Pedro, lugar de peregrinación inversa, puesto que eran muchos los que a partir de las nueve de la noche caminaban desde la Porta do Camiño hacia la zona del cruceiro para disfrutar de la sardiñada y para saltar la hoguera. «Temos setenta quilos de sardiñas», explicaba Mon Vilar, presidenta del colectivo organizador. Una cifra similar a la de otros años para repartir de manera gratuita entre los asistentes. A los vecinos del barrio se le suman también los de otros puntos de la ciudad y muchos turistas. «Paran moitos estranxeiros, xa que sorpréndese e quedan para probar», apuntaba la responsable del colectivo mientras otros miembros de la organización se afanaban por tener el fuego listo para asar las sardinas y de poner madera en las dos hogueras que más tarde saltarían los asistentes, una de ellas destinada a los más pequeños.
«Esta é unha festa moi de barrio, máis íntima cas da Ascensión ou a do Apóstolo», afirmaba Carmen, una vecina de la zona de San Caetano que se acercó a varias en el entorno del casco histórico, donde este año hubo hasta tres en menos de cien metros. Así, a la existente ya los últimos años en la Praza do Matadoiro, se le sumaba una a escasos metros en la Praza 8 de Marzo, también muy próxima a la de Salvador Parga. Y el que quiera seguir con el San Xoán, hoy sigue la celebración en algunos barrios, como en el de Vista Alegre.
Mazarelos puso queimada, hierbas mágicas y música
La plaza de Mazarelos se convirtió en un referente para la celebración del San Xoán desde que a las cinco de la tarde Serxio se encargó de enseñar a tocar la pandereta a más de una docena de personas, con algunos turistas que no dudaron en sumarse y probar. No solo hubo talleres, sino también mucha música que concitó a numeroso público, así como demostraciones. Además, una de las actividades que tuvo gran acogida fue la de elaboración de los ramos con hierbas de San Xoán. Poco importaba no entender para qué servían, pero muchos turistas no dudaron en llevar el ramillete para sus casas en busca de espantar los espíritus. Este es caso de los sevillanos Irene y Melquior, que se sumaron a la cita tras llegar ayer a la ciudad. «Nos encanta», apuntaban mostrándose dispuestos a conocer más sobre una fiesta cuya celebración desconocían. «Vamos a ver las hogueras, aunque saltar no creo», afirmaba Irene mientras incorporaba un nuevo tipo de hierba a su ramillete.
Uno de los momentos álgidos de la cita en Mazarelos fue la elaboración de la queimada, con conjuro incluido. Los numerosos asistentes se sumaron a los gritos de «Viva o San Xoán!». El cierre fue una degustación de este producto hecho a base de «augardente de Bastavales, mondas de limón de China e grans de café de Colombia». Las actividades las completaron la música a cargo de Argalleiros, Faíscas da Pontraga y Tiruleque.
Fuego sagrado del Pico Sacro
Aunque el año pasado ya se había recuperado la tradición del San Xoán hubo un rito que no había podido regresar: la ceremonia del fuego sagrado del Pico Sacro, en Boqueixón. Después de tres años de ausencia, primero por la pandemia y más tarde por las malas condiciones del tiempo, ayer por la tarde las tribus celtas de Boqueixón y de Callobre volvieron a unirse para celebrar el rito con el que los antepasados celebraban la llegada del solsticio de verano. En la escenificación no faltaron la Raíña Alda y el Druída, que desfilaron hasta la capilla de San Sebastián, donde el Druída usó su bastón con una lupa en el extremo para concentrar la luz en las ramas, que encendieron rápidamente creando ese «fuego sagrado», que después sirvió para encender cacharelas.