Esta es la amiga que todo el mundo querría tener cerca cuanto toca hacer una tarta especial de cumpleaños
SANTIAGO
Susana Noya, vecina de Oroso, aprendió a cocinar de niña en Suiza. Hoy la repostería es una afición y «una terapia» para ella, a la que le han encargado hasta ocho pasteles en un mes
25 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Creció en Suiza, donde «todo tiene un orden», y estudió para ser técnica de farmacia. «De ahí me viene, posiblemente, que me guste tanto medir y la exactitud en las mezclas», dice Susana Noya Acuña, a la que todo el mundo querría tener cerca cuando toca hacer una tarta especial de cumpleaños. Esta administrativa es conocida por su buena mano con la repostería. «Aunque nací en Santiago y mi familia es de Trazo, yo me crie en Zúrich. Viví allí hasta los 33 y en el instituto tenía una asignatura sobre cocina, mezclada con educación y ética. Después podías cogerla como optativa, y yo tenía una profesora que lo hacía tan bien que me abrió un mundo nuevo», recuerda la vecina de Sigüeiro (Oroso) a sus 48 años.
«Mi madre, Mari Carmen, solía hacer también bizcochos. Los domingos siempre había algo dulce en casa y pasé mi infancia comiendo su tarta de manzana, golden. En general, ella cocina espectacular, todavía ahora. También teníamos una vecina italiana (la signora De Santis) que hacía unas barbaridades de postres y nos criamos con ellos... ¡su tiramisú estaba de muerte!», rememora Susana. Tuvo buenas maestras de las que aprender y una predisposición natural, por lo que la repostería se convirtió para ella -ya de adulta- en una afición y en «una terapia» de la que se benefician sus amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo... «He tenido que decir que no por falta de tiempo. El problema es que a estas tartas le dedico mucho tiempo, entre tres o cuatro días, porque antes lo planifico todo, pinto el diseño en un papel, hago muestras, etcétera», explica, al tiempo que aclara que nunca lo hace por dinero. «Es algo que a mí me relaja y me encanta imaginarme la carita de los niños cuando ven la tarta de sus héroes favoritos», añade una pastelera autodidacta que fue mejorando su técnica a base de ver tutoriales en internet e ir cogiendo ideas de allí y de allá. Saber 6 idiomas (francés, italiano, alemán, suizo, español y gallego) le abrió muchas puertas en este sentido, comenta.
Susana tiene su propio blog en el que comparte las recetas (Cakemanitas): cake de limón, de requesón, bizcochos rellenos de frambuesa, rosquillas de yogur, cookies y gallegas de sabores, arroz con leche, zopf suizo o pan de trenza... Confiesa que le gusta trabajar sin molestias alrededor, y con pop y rock de los 80 y 90 sonando de fondo. Entre sus últimas creaciones está una «tarta dúo» que hizo para festejar su propio cumpleaños (fue el día 19) y el de su ahijada Valeria, que hizo 4 años, quien quería un pastel inspirado en la Pantera Rosa e hizo la mitad con esta temática. Explica que algún niño llegó a llorar «porque no querían que cortasen su tarta de tanto que les gustaba» y por eso siempre añade decoración que hace ella misma y que se quedan como recuerdo. Entre sus mejores obras, dice, está la que hizo a su hija Ylenia en diciembre por sus 20. Y una receta muy típica suiza, como la selva negra, nunca falta por el cumpleaños de su hermano y por las fiestas navideñas.
Susana hace tartas para cumpleaños, bautizos, comuniones, por fechas significativas y en el día a día también. Además de impartir algún curso informal, también inculcó a su hija e ahijada su amor por la repostería: «Desde una corta edad hacen conmigo figuritas de pan, galletas, bizcochos... es lo que a mí me ensañaron y yo lo sigo haciendo. De esa forma no pasan tanto tiempo con el móvil o la consola. Me encantaría, algún día, reunir a un grupo de niños y hacer cursitos propios, aunque para eso haría falta un espacio que no tengo», apostilla.
Entre sus rellenos estrella está la crema de merengue y la de queso. La frambuesa y fresa son acierto seguro, dice, y el chocolate es el rey «que predomina en todas las tartas». Uno de los encargos que más le hizo sudar fue el de un patinete. «A ellos les gustó, pero a mí no. Yo me pongo el listón muy alto a mí misma y se me quedó ahí grabado», recuerda una mujer que siempre mantuvo el vínculo con Galicia. «Veníamos siempre en las vacaciones de verano y por Navidades», constata. ¿Y por qué decidió con 33 años dejar Suiza y asentarse en tu tierra natal? «Lo hice por Ylenia, para empezara aquí la escuela. No quería que fuera hija de emigrante, porque sé lo que es. Llega un punto en que no sabes bien a dónde perteneces. De hecho, ella ahora está estudiando Veterinaria aquí, en Lugo», responde esta administrativa que empezó a compartir sus creaciones dulces en las redes sociales porque la animó una amiga. «Yo no me atrevía. Me cuesta un poco venderme, la verdad, aunque en el fondo me gusta mucho que aprecien lo que hago y que lo disfruten, pero sí tengo cierta vergüenza de mostrarlo porque tampoco soy una profesional», concluye.