Ciertamente no es agosto el mejor mes para presentar algo, y menos si ese algo es serio y de peso, en este país donde se reverencia la fiesta hasta extremos preocupantes y se inventan festivales sin la menor tradición. Pero todo o que entra na rede é peixe.
La ciudad, en fin, está llena de visitantes que vienen a lo que vienen, pero sus habitantes habituales o están de vacaciones, como medio planeta (el occidental, el otro no tiene ni idea de qué son las vacaciones) o los que permanecen al pie del cañón andan a lo suyo. Así que sería un poco exagerado felicitar a la Dirección Xeral de Turismo y al Xacobeo por haber elegido el lunes pasado como fecha para presentar el número 14 de su revista «Ad Limina».
Pero tras ese cariñoso tirón de orejas solo cabe el merecido elogio. La revista, anual, se ha convertido en la gran referencia científica jacobea en todo el mundo. Repito: en todo el mundo. Quien investigue sobre ese fenómeno que lleva vivo desde la década del año 820 debe tenerla en sus manos. Es un gran activo de esta ciudad que ahora parece divorciarse del espíritu peregrino.
En este caso, lo de menos es que «Ad Limina» dedique este voluminoso número a Cataluña y las peregrinaciones a Compostela (un inciso: los catalanes son, dentro de los españoles, los segundos en el número de compostelas recogidas en lo que va de año). Lo fundamental es que haya sido presentada.
Queda dar el segundo paso: difundirla más, que más gente la conozca en España y en el extranjero, que los universitarios —empezando por los compostelanos de Historia— la usen. Un trabajo lento, gradual y hasta monótono. Pero muy necesario. Porque esas cosas producen algo de lo que vive ahora Santiago: dinero.