La prolongación del tiempo estival tensiona al comercio de Santiago: «Con este calor nadie se compra un abrigo»

Margarita Mosteiro Miguel
marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El sector recibe las primeras lluvias del otoño con la esperanza de que los clientes «se animen ahora a comprar botas o probarse un anorak»

14 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Entre todos los sectores comerciales el de la moda es el que más se resiente cuando el calor se prolonga y la lluvia y el frío no llegan a su debido tiempo. La situación es tan preocupante que algunos comerciantes calculan un 80 % menos de ventas este octubre con respecto al año pasado. «Eso no se recupera», explica Mari Couto, de Fábrika Fan. «Es el peor octubre de los seis años que llevamos aquí, y lo poco que se vendió fue de turistas, pero mucho menos», apunta. Las temperaturas por encima de los 30 grados de los primeros días de octubre no invitan a probar ropa de invierno ni a comprar botas o abrigos. «La gente prolonga lo que tiene y espera. Son 15 días perdidos, y ahora llega el Black Friday y otras promociones», lamenta la comerciante, que prefiere no sumarse a otras iniciativas de promoción comercial, como los bonos comercio de la Xunta o los Corazón del Concello, «porque es acumular más trabajo. Prefiero hacer los descuentos directos», señala.

Tanto en los escaparates de los comercios del Ensanche como en los del casco histórico, la ropa y el calzado de verano siguen expuestos con precios rebajados, aunque cada vez más se introducen piezas de entretiempo con la esperanza de animar las ventas. «Hasta este viernes la gente iba con sandalias», comenta Paula García, de calzados París. Ni siquiera los bonos comercio de la Xunta están animando la compra de artículos de temporada. «El calor retrae las ventas», explica.

En el comercio Naf Naf, en el que acaba de asumir el relevo generacional María Piñeiro, optaron por las promociones para que los clientes se animen: «Tuvimos varios descuentos. Para determinadas prendas, un 10 %; y ahora un 30 % de descuento en punto y piel, y la gente aprovecha las promociones». En cualquier caso, la joven comerciante percibe que las ventas «van lentas, y quizás por eso los vestidos son lo que más se vende, y también piezas que pueden servir para un día de calor, y con una camiseta por debajo son ponibles para el frío». En su opinión, con el tiempo «la moda tenderá a unificarse, a ser más versátil, y habrá más cosas de entretiempo que de invierno total», augura. «A un mismo vestido le pones unas medias, botas y una chaqueta si hace frío y lo llevas solo con unas sandalias para verano. Esa es la moda que viene».

 

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Ganchos para atraer

En cambio, a otros comerciantes, sus ideas para atraer clientes al comercio no les están funcionando plenamente, explica Anahí Viqueira. «Puse un gancho en la puerta con prendas de verano muy baratas, para que entren a ver la nueva colección. ¿Pero quién se va a probar un abrigo con 37 grados? Y menos aún comprarlo. Se llevan alguna chaqueta de entretiempo, porque en las noches enfría, pero poco más», explica la responsable de Dandara. Con sus estanterías llenas de novedades, la comerciante reconoce que «es una situación muy preocupante, porque aunque empiece a llover algo ahora muchos esperarán por el Black Friday, y lo que se perdió no se recupera», lamenta Viqueira.

Los mismos interrogantes se repiten en los establecimientos. «¿Quién va a comprarse unas botas con 35 grados?», apunta Paula García. Asegura que las ventas «van mucho más lentas de lo que sería normal para octubre. Pican un poco, pero no es suficiente para mantener el negocio». Diversos comerciantes coinciden en que octubre es tradicionalmente el mejor mes del año para el sector de la moda, porque superados los gastos de la vuelta al cole las personas «se animan a comprar algo de ropa, y sobre todo calzado para el invierno», señala Paula García.

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«Pinta fatal: no llega el frío, no se vende y suben los costes»

La opinión de los portavoces del sector no difiere de la que expresan los comerciantes a pie de calle. Incluso la sensación de los responsables de dos de las asociaciones de comerciantes de la ciudad, Comercio Punto Compostela y Compostela Monumental, es aún más pesimista. «La situación pinta fatal: no llega el frío, no se vende nada; y los costes suben, y cada vez son más difíciles de asumir», así describe José Ángel Blanco el panorama a corto plazo del sector. El gerente de Compostela Monumental augura «más cierres. No solo en el casco histórico, también en el Ensanche, porque los que están próximos a la jubilación tiran la toalla. También los jóvenes abandonan, no pueden seguir perdiendo dinero». Blanco cree que, además del hecho de que las ventas «están flojas», los comerciantes «están muy al límite de gastos». Desde Compostela Monumental confían en que «se clarifiquen las iniciativas para la promoción del comercio del Concello. No sabemos nada de los bonos corazón, que funcionan muy bien», dicen.

El panorama desolador de Blanco es similar al que dibuja José Antonio Seijas, de la Asociación Comercio Punto Compostela. «Todos estamos muy preocupados, y mucho más los del sector de la confección y calzado. La moda tiene un mes perdido». Estos productos, según explica Seijas, deberían empezar a moverse «a mediados de septiembre, y estamos a mediados de octubre y no hay movimiento». El portavoz comercial asegura que octubre «es siempre el mejor mes del año, porque el cambio de tiempo hace mueve las ventas. Un día no es suficiente para levantar al sector». Seijas llama la atención sobre otro problema «que solo vive este sector. Tenemos dos temporadas: primavera-verano y otoño-invierno. La mercancía es para venderse en seis meses, pero la tenemos que pagar en 45 días. Ahora nos quedan 15 días para recaudar y pagar. Sin recursos, hay que recurrir a créditos que no siempre logras», detalla. En su opinión, las empresas del sector deberían modificar el sistema y volver a las cuatro temporadas para «dar facilidades a un sector que está en uno de los peores momentos».

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Las sandalias aún copan escaparates en las zapaterías

Ni katiuskas ni botas ni gabardinas están teniendo las ventas que serían normales para las últimas semanas de septiembre y primeras de octubre. El calzado para la lluvia es lo que suele salir de las zapaterías estos días, pero algunas de estas piezas casi acaban de asomar a los escaparates de muchas zapaterías de Santiago. En algunos establecimientos fueron cambiando el escaparate según se iban quedando sin sandalias, más por llenar huecos que por la seguridad de que se fueran a vender las botas. En el caso de la ropa, las gabardinas y los anoraks finos para usar en caso de lluvia, durante las semanas en las que las temperaturas no son aún invernales, también tendrían que estar fuera de las estanterías, sin embargo, en la mayoría de los locales siguen esperando a los clientes.