Esta artesana de Santiago convierte cucharas y cucharones en joyas

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Chus Iglesias, al frente de la marca Acivro Xoias, es una de las artesanas del Mercado Galego da Creatividade, en A Caldeirería. Hasta el año pasado tenía su tienda-taller en la rúa da Troia, pero decidió trasladarse a este local compartido y colaborativo para tener más tiempo libre para trabajar en sus piezas, que es lo que realmente le gusta a la orfebre, pupila del maestro Ricardo Rivas.
Chus Iglesias, al frente de la marca Acivro Xoias, es una de las artesanas del Mercado Galego da Creatividade, en A Caldeirería. Hasta el año pasado tenía su tienda-taller en la rúa da Troia, pero decidió trasladarse a este local compartido y colaborativo para tener más tiempo libre para trabajar en sus piezas, que es lo que realmente le gusta a la orfebre, pupila del maestro Ricardo Rivas. Sandra Alonso

Chus Iglesias hace una «xoiaría con alma» y defiende una producción responsable y lenta con la que «tento facer país», dice la orfebre que está detrás de la marca Acivro Xoias

04 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Confiesa Chus Iglesias que, cuando come fuera de casa, sus ojos se van a la cubertería. «Os meus amigos xa me din: "¡Non me toques as culleres!"», comenta entre risas esta compostelana de 50 años. No es que las coleccione sino que esta artesana santiaguesa es ya conocida por transformar cucharas y cucharones de plata en joyas únicas con un punto muy original.

Cuenta la responsable de la marca Acivro Xoias que todo comenzó de forma casual: «Para min é importante o concepto da reciclaxe, o compromiso co medio ambiente e a produción lenta. É algo que tes aí presente cando estás en busca de ideas novas para facer cousas diferentes. Eu tiña a costume de agasallar as amizades, cando tiñan un fillo, cunha culler de prata pequena —de sobremesa ou papilleira— co nome gravado do bebé, porque era algo duradeiro, neutro e sen connotacións relixiosas. Houbo un erro porque unha amiga contaba con ter un neno e resulta que foi nena, polo que gardei esa culler xa gravada e busqueille outro regalo. Tempo despois, limpando na casa, vina e pensei en crear algo con ela. Xa había xente que traballaba con garfos de prata e doutros metais para facer pulseiras, e así empezou todo. As culleres sopeiras, dependendo do tamaño que teñan, permiten crear brazaletes. E, cando teño a sorte de dar cun cullerón, da para un colar. Teño un par de obradoiros de prata a man aos que a xente lles leva pezas que herdaron para fundir e, cando lles chega algo que me pode encaixar, xa me chaman. É unha forma de fomentar a economía circular e darlle unha nova vida a unhas pezas que xa saíron das mans dun artesán e que teñen unha historia detrás».

Una de las obras más especiales que hizo, destaca, fue para una exposición sobre la figura de Isaac Díaz Pardo: «Foi unha cousa moi bonía. Quería facer unha peza inspirada no Carneiro Número 3 de Sargadelos. Tiña a idea de representar esa máscara, pero non tiña unha culler nese momento, e pendinlle ao meu pai unha culler de prata súa. Era un evento moi importante para min e resultou ser un traballo moi afectivo, xa que ao segueinte faleceu o meu pai. Ese brazalete ten un caracter especial e non está a venta». Con cucharas ha diseñado incluso belenes navideños y se han convertido en una seña de identidad de su trabajo. 

Chus puede acabar reproduciendo con ellas desde una obra de un pintor (ya sea una Menina de Velázquez o el Guernica de Picasso) hasta el porco bravo diseñado por Miguelanxo Prado para el Xabarín Club. Explica que, tanto en esta serie de trabajos como en el resto de su producción, su fuente de inspiración principal es el arte y la cultura. «Son filla de docentes, de nai pedagoga —con moita teima no método Montessori— e pai químico, polo que nos criamos entre libros e sempre tiven inquedanzas artísticas», indica. Siendo niña fue al conservatorio y ahora también traslada su gusto por la música a su trabajo como orfebre, en el que ha sido capaz de trasladar una partitura recta a un collar oval con temas originales de un amigo, guitarrista y compositor —Tono Alcalde—, combinado con bordado al aire, en un guiño al traje tradicional gallego.

Y es que Chus defiende una «xoiaría con alma», dice, una «ourivería contemporánea con métodos tradicionais». «En todo o que fago, agás as culleres e culleróns, fabrico a peza de principio a fin, dende a mesma fundición da prata. Creo nun proceso de produción lento e responsable e no meu traballo tento facer país, emprego a nosa lingua e bebo das influenzas da cultura galega e da súa natureza», destaca una mujer que ha convertido en joya de autor tanto el legado de Castelao como las hojas de carballo o la vacaloura.

«Fago o que me gusta e nótase», dice una orfebre que descubrió el oficio en el 2010 de la mano de su maestro Ricardo Rivas Casal (premio Artesanía de Galicia en el 2020). Antes se dedicaba al comercio, recuerda, y con más de 40 años abrió una tienda taller en la rúa da Troia, Acivro Xoias, hoy integrada en el Mercado Galego da Creatividade. Su desembarco en la artesanía no fue un plan premeditado, relata Chus: «Eramos amigos e ofrecinme a traballar con el para botarlle unha man porque sufriu un infarto en pleno ano santo, nunha época de moito traballo. Víao producir e crear na súa categoría de artista e acaboume namorando este oficio. É como  traballar na tenda de pinceis de Van Gogh. Cando te sumerxes de cheo con alguén así non te deixa indiferente»

Tras eso, continuaría su trayectoria laboral en distintas joyerías, hasta que decidió abrir la suya propia para poder compaginar el trabajo con la formación en la que se convirtió en su gran pasión. Así, al principio, vendía las piezas de otros artesanos en el establecimiento de A Troia y, a medida que fue avanzando a título personal, empezó a crear y ofrecer sus propias obras. Tras la pandemia, indica, tomó la decisión de trasladarse al mercado impulsado por Creativas Galegas en A Caldeirería porque eso le permitía tener más tiempo para diseñar y producir sus piezas (los artesanos se turnan para cubrir el horario de atención al público allí). Ahora la compostelana tiene su taller en casa y sigue en contacto con su maestro, al que recurre con cierta asiduidad para seguir aprendiendo, al igual que tiene entre sus referencias a Julio Lado -quien, como Rivas también fue premio Artesanía de Galicia y procede de una familia de orfebres-

¿Y cuál fue el mejor consejo que recibió de su maestro? «Que fixera o que me gustara. E, unha das cousas que eu sempre teño presentes, é que aprender as técnicas está moi ben, pero o realmente importante é aprender a resolver. É dicir, Ricardo Rivas non é que che ensine a pescar, ensínache a facer a cana... algo que pedagóxicamente é moi Montessori, por outra parte», responde ella. Su clientela se compone tanto del público local como de visitantes. Aprecia que muchos gallegos se sientan en sintonía con lo idiosincrasia propia a la que ella hace constantes guiños Y, por otra parte, los grandes artistas y las artes en general son siempre una fuente de inspiración para esta artesana, quien comenta que no hace mucho una mujer le compró un brazalete decorado con una clave de sol para regalárselo a su hija, violinista de una orquesta europea.