Adrián Nieto, el saxofonista que pasó de tocar en bodas y verbenas a deslumbrar a la afición deportivista en Riazor

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

CEDIDA

El negreirés dio el salto en solitario a la animación musical en el 2022 y ahora marca la diferencia con el proyecto Saxy Groove

10 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El hermano mayor de Adrián Nieto tocaba el clarinete y a él se le antojó de niño ir a clases de algún instrumento, aunque no tenía claro cuál. Recuerda que su padre le puso en una minicadena sonidos diferentes para ayudarlo en su elección y cuando escuchó el del saxofón «fue un flechazo tremendo, me pareció la cosa más romántica, sensual y preciosa que había oído», dice el barcalés de 28 años. Con solo 8 empezó en la escuela de música de Negreira, pasó luego por los conservatorios de Santiago y de Vigo e hizo un máster en producción para especializarse en mezcla. El saxofón acabó convirtiéndose en su medio de vida, una profesión que le ha llevado de actuar en verbenas y bodas a deslumbrar en solitario a todo un estadio de fútbol. Ocurría el 29 de octubre, en la celebración del 79 aniversario de Riazor, ante unos 30.000 aficionados en el descanso del partido entre el Dépor y el líder, el Nàstic de Tarragona, en el que los blanquiazules sellaron su primera victoria de la temporada en casa

Adrián logró que miles de personas encendieran las linternas de sus móviles de forma espontánea y los moviesen al compás de su música. Fue un momento «muy emocionante», admite el disyóquey y saxofonista, aunque él no se percató de lo que sucedía a su alrededor hasta casi el final de su intervención. Para él, este bolo es el resultado del trabajo hecho durante los últimos diez años, amenizando eventos de todo tipo, pues el club herculino contactó con él «por las buenas recomendaciones de otras personas para las que trabajé». Explica el negreirés que ya había actuado para más personas de las que había ese día en Riazor en su etapa en las orquestas, por lo que el miedo escénico no fue un lastre y pudo disfrutar plenamente del momento. Confiesa que no es especialmente futbolero, aunque sí juega de vez en cuando «y valoro mucho el trabajo de los futbolistas».

Su carrera pronto se dirigió hacia la música, dice. Aunque comenzó en la universidad los estudios de Biología, no los llegó a terminar «porque siempre creí que podía hacer algo realmente grande con la música y esa idea me machacaba». Por aquel entonces compatibilizaba las clases en la facultad con el mundo de la verbena. La primera orquesta en la que entró fue Nova Imperial (en el 2015) y pasó luego por la Mekánika, Los Españoles y Cinema. Además, se formó con uno de los mejores saxofonistas del mundo en la especialidad de smooth jazz, Tino Hinojosa.

El año pasado Adrián dio el salto en solitario con un proyecto llamado Saxy Groove, y reconoce sentirse «más cómodo por libre y haciendo remixes propios, no tanta cumbia o merengue, que está muy bien también, pero este al final es un trabajo mío y es muy reconfortante». Tiene dos espectáculos: uno «con música elegante y sofisticada, temas desde los 80 hasta hoy» y otro, Ibiza Sax Sunset, de estilo más moderno e ibicenco. «El plato fuerte es la discomóvil, con la que pincho al gusto del cliente todo tipo de música y salgo de vez en cuando a tocar el saxo en medio de los invitados. Es algo que funciona genial», destaca un veinteañero con antecedentes musicales en la familia (algún tío suyo y un padrino se dedicaron profesionalmente al oficio, compaginándolo con otros empleos). Reconoce que el escenario que le queda por alcanzar es el de Ibiza, en cuyos tardeos, puestas de sol y fiestas se inspira su último trabajo un artista que ya ha toreado en muchos ruedos. Sin ir más lejos, comenta, hace un par de semanas le llamaron para actuar en un cumpleaños muy singular ambientado en la película Sexo en Nueva York en el pub Banana de Pontevedra. Hace dos días inauguró un restaurante en Carballo y en la última semana participó también en un par de bodas.