Un refugio contra la soledad para los mayores que quieren «aprender hasta morir»
SANTIAGO
Alumnos de las Aulas Sénior de Ategal en Santiago explican que ir a clase ha evitado, en algún caso, que se pasen semanas enteras sin salir de casa
30 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.A las puertas de diciembre, Santiago ciudad despide uno de los meses más lluviosos del año. A mediados de noviembre, se cumplían 30 días consecutivos pasados por agua. Y, más allá de las inundaciones y otras consecuencias directas, las borrascas han echo mella también en los hogares de muchos mayores que viven solos. Explican desde Ategal, una asociación cultural gallega que ofrece formación permanente para adultos, que se plantearon cerrar durante las jornadas más tormentosas, pero se encontraron con que era cuando más los necesitaba su alumnado: «Llegaban dando las gracias por tener a dónde ir, porque, de no estar las Aulas Sénior abiertas, muchos literalmente habrían pasado un mes entero sin salir de casa. Allí, además de la soledad, sufrían incomodidad. No hacía el suficiente frío como para poner la calefacción, pero había tanta humedad que algunos sufrieron caídas domésticas. Nos dicen que las Aulas se convirtieron en un refugio durante este último mes. De hecho, hemos tenido mucha afluencia estos días, incluso a las clases que menos suelen llenarse».
Esther, una vecina de Santiago que nació en Boqueixón hace 80 años, cuenta que vive sola desde que enviudó en el 2020. Ella se inscribió a informática en Ategal para sacarse el carné de conducir con 69 años y explica que hoy las clases a las que asiste son un aliciente que le obliga a arreglarse cada semana y compartir una actividad con otras personas de su edad: «Te levantas con otra ilusión. Vas allí y conoces gente encantadora, charlas un ratito y vuelves a casa sabiendo algo nuevo». Esther va a pilates, a clases de memoria y a yoga en el centro de la rúa Virxe da Cerca y afirma que «lo paso bárbaro». Reconoce que algún día en el que el agua llegaba «a ras de la acera» se asustó cuando se disponía a salir de su portal, pero estar sola en casa le pesaba más que cualquier chaparrón, y en las Aulas Sénior «nos tratan con mucho cariño», subraya.
Al igual que ella, Manuela Barbeito también vive sola y es una de las alumnas con más vinculación con las Aulas Sénior de Santiago. Participa en las clases, en el voluntariado y en proyectos como Sénior Lab, testando productos tecnológicos. Ella no faltó ni un solo día a sus clases durante este mes de lluvia. Otras, como Lourdes Vázquez, no van tanto por la parte social —que también— sino sobre todo por seguir alimentando al cerebro y al alma. «Hay que aprender hasta morir. Cuanto más sepas, mejor. El conocimiento te salva de muchas cosas», afirma esta santiaguesa de 70 años de buen corazón que trabajó de enfermera durante más de tres décadas. Es su segundo curso en las clases de Virxe da Cerca para «aprender lo que no pude durante mis años de actividad» y cultivar sus intereses, como el arte y la historia. Además, asiste a las sesiones de bienestar emocional. «Curar el alma es tan importante como curar el cuerpo, porque este sí tiene buena solución», añade Lourdes, una fuente de sabiduría que vive sola. Confiesa que también sufre la soledad, pero cuenta en su caso con familia y un buen grupo de amigos y conocidos para combatirla, más allá de las aulas.