Por si a alguien se le ha olvidado, no está de más recordar que la etapa más fructífera de la historia reciente de Santiago fue aquella sustentada por el entendimiento —léase política de consensos— entre las administraciones. La lucha partidista quedaba relegada por la voluntad compartida de hacer avanzar la ciudad, de modernizar sus infraestructuras y sus equipamientos, de proyectar al mundo sus valores históricos y culturales. Es cierto que, hace 40 años, las necesidades eran inmensas, incomparables con las actuales. Pero, tal vez por eso con más motivo, debería ser más fácil alcanzar acuerdos hoy sobre problemáticas acuciantes concretas. Sobre asuntos que son de libro, de tan nítida relevancia y urgencia, que no requieren ni la más nimia discusión para pactar su logro y vencer las dificultades que pudieran entorpecer el camino. Dos de estas prioridades absolutas llevan demasiado tiempo yendo de un lado para otro sin solución. La del parque de bomberos comarcal, ya más de veinte años. Hay ahora buenas vibraciones para, a partir de lo negociado en el anterior mandato, concretar por fin un convenio para su puesta en marcha uniendo a los concellos, la Xunta y la Diputación. Si hay voluntad real, no habrá impedimentos que valgan, ni políticos ni administrativos. Por el contrario, las vibraciones son pésimas en torno a la necesidad, también apremiante, del párking del Clínico. El problema lo sufren, y de qué forma, miles de personas diariamente. Esto debiera bastar para trabajar codo con codo, pero a la vista está que la Xunta, o tira para adelante en solitario sin Raxoi o no parece que los sufridos usuarios vayan a disponer del mejor servicio.