El portero local, Alberto, neutralizó con el pie la más clara de los santiagueses, en un remate cruzado de Manu Barreiro
07 abr 2024 . Actualizado a las 14:22 h.El Coruxo y el Compostela se repartieron los puntos en un derbi sin goles, con mucho control por ambas partes y también con ocasiones en las dos porterías. Pudo ganar cualquiera, pero acabaron firmando tablas.
El colectivo ahora entrenado por Antón Permuy compitió en O Vao, a partir de una mayor fiabilidad en la contención, juntando líneas. Con el balón en su poder, alternó posesiones más largas con otras acciones en las que apostaba más por la verticalidad.
El Coruxo, con otra estructura, optó por una filosofía similar, por tratar de no conceder y, a partir de ahí, crecer, en su caso con un fútbol más combinativo que se aceleraba cuando entraban en contacto con el balón David Añón y Davo.
En la primera mitad las mejores ocasiones locales nacieron, paradójicamente, de saques de banda a favor del Compostela. De la presión verde nacieron llegadas con mucho peligro. La más clara, en los compases iniciales, de Davo, que cruzó en exceso con todo a favor. Y después fue Antas, que se cruzó, milagrosamente, ante Dani Vidal.
En las filas visitantes la mejor opción llegó también en el tramo inicial, a balón parado. Cabeceó Kike y sacó un defensa debajo de los palos. También tuvo un par de buenas opciones David Grande dentro del área viguesa. Le faltó un pelín de chispa.
Así discurrieron los primeros 45 minutos, con mucho respeto mutuo entre dos equipos siempre atentos a sacar las uñas.
Tras el intermedio el partido continuó por los mismos derroteros. Y sobrepasada la hora de partido los dos técnicos fueron moviendo piezas en busca de algo más de mordiente.
De nuevo se repartieron las ocasiones. Y los porteros acertaron en las dos mejores opciones. Primero fue Pato Guillén, para repeler un tiro de media distancia, y después Alberto, que hizo alarde de reflejos para sacar con el pie un buen remate cruzado de Manu Barreiro.
En el tiempo añadido el Compostela acabó con diez por una rigurosa tarjeta roja mostrada a Juampa.