Miguel Lago: «Mucha gente me paraba y me pedía volver al centro de Santiago con una tienda clásica»
SANTIAGO
En un año en que muchos comercios del Ensanche compostelano cierran, este santiagués, que lleva casi 40 años vendiendo electrodomésticos y productos de electrónica, resiste con fuerza en Tien21: «Para muchos aún soy Miguel, el de Daviña, una firma histórica donde también atendí 26 años»
05 may 2024 . Actualizado a las 21:13 h.Cita con pesar los nombres de los distintos negocios que este año anunciaron su cierre en el Ensanche compostelano. «De los comerciantes tradicionales quedamos menos», lamenta Miguel Lago, el compostelano de 59 años al frente de Tien21, la tienda de electrodomésticos y productos de electrónica del grupo Ramón García que sí resiste con fuerza en la calle Montero Ríos. A él muchos en Santiago aún le conocen como «Miguel, el de Daviña». «Hasta los proveedores me tienen grabado así en su móvil. Ese negocio histórico, referente en la rama eléctrica y que se encargaba del alumbrado público en la ciudad, era muy querido. La gente veía que era muy tecnológico para el momento. Allí atendí 26 años...», rememora.
Nacido en Fonte do Ouro, sus primeros recuerdos se concentran allí, sobre todo en el campo de Santa Isabel. «Mi padre, Santiago Lago, fue en los 60 el conserje de un Compos recién fundado, en el que tanto ejercía de utillero como de masajista, o cosía balones, también para muchos equipos modestos de Santiago. En julio recogía terrones en el vecino parque de Galeras y replantaba el campo de fútbol. Mi madre lavaba la ropa del equipo», pone en valor. «Tengo hermanos mayores. Uno de ellos, siendo yo niño, ya trabajaba en Daviña. Me traía cartones de frigoríficos sobre los que yo me lanzaba desde lo alto de Monte Pío, que veía desde mi ventana. En los años 70 nos trasladamos a Vite, donde sigo. Mi padre ahí era ya acomodador en el Teatro Principal. Con él vi allí mi primera película», prosigue.
«Yo había hecho un módulo de electricidad pensando en poder trabajar en Daviña de electricista, pero desde que, con 22 años, entré en su tienda de la Rúa do Vilar, supe que era vendedor. Me encantaba», admite locuaz y siempre sociable. «Fue mi escuela. Yo era el más joven. Allí viví los cambios tecnológicos del fin de siglo, como el paso de las cintas de vídeo Beta a VHS o la llegada de los canales privados de televisión. Aún recuerdo las colas para abonarse a Canal+...», señala sobre una de las muchas vivencias que confirmaban la fidelidad de la clientela. «Hubo muchas Nochebuenas de llegar a casa a medianoche después de instalar 25 vídeos, que costaban 150.000 pesetas. Estando ya en la tienda de Daviña en República del Salvador, y con el Hotel Araguaney cerca, había mucho flujo de gente. La selección rusa de baloncesto, que venía de un país en pleno comunismo, compró allí», apunta, y salta ya a 1993, cuando se va la tienda que la empresa abre en la recién inaugurada Área Central.
«Fue mi época más brillante. Había días que ni iba a comer a casa por las retenciones que había fuera. No olvido cuando empezaron los deshumidificadores. Es el aparato, junto a las consolas Game Boy y Nintendo 64, que recuerdo vender con locura. Me quedaba afónico de explicar su funcionamiento. Nos lo pedían hasta de Granada. Una vez una señora nos preguntó si el deshumidificador le podría estar vaciando una botella de caña como le decía el marido, pero ya vio que no....», evoca riendo. «En 1994 vi por la tele de la tienda el ascenso a Primera del Compos», rescata.
«En el 2012, estando de nuevo en República del Salvador, y ya en la época final de Daviña, el grupo Ramón García, con base en Ordes, me ofreció llevar la tienda Tien21 en As Cancelas, y me ilusionó. Con casi 20 años de diferencia inauguré dos centros comerciales. Nos iba muy bien, pero a mí ver a mucha gente que me paraba en la calle, echando en falta a Daviña, y me pedía volver al centro con una tienda clásica, me hizo pensar. En el 2017 propuse el cambio al Ensanche y confiaron en mí. Tuve la suerte de trabajar en dos grandes firmas», subraya, incidiendo, junto a la especialización y a seguir con productos de alta gama, en lo decisivo de un trato personalizado, haciendo instalaciones en muchos domicilios.
«Aún este febrero, cuando los canales de TDT empezaron a emitir en alta definición, estuve yendo durante una semana a casas de gente mayor, poniendo su televisor a funcionar. Esa es la parte humana que me gusta. Creo que muchos vecinos no olvidaron cómo, en la pandemia, pedían una lavadora y la tenían en 5 minutos. Desde entonces crecimos un 30 %», afirma agradecido. «Muchos me fueron siguiendo por las distintas tiendas. Ya digo que aquí me jubilo», avanza feliz.