Manolo triunfa con su carrito de helados artesanales cercado por los grandes del sector
SANTIAGO
«Con la cantidad de venta que hay, si llego a estar yo solo sería imposible atender esto», dice el popular heladero ambulante de Porta Faxeira
28 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Muy popular en Santiago con su carrito de helados «La imperial» en verano y su locomotora de castañas en invierno, Manolo Prieto lleva ya 51 años vendiendo sus productos artesanales en Porta Faxeira y con otro puesto en la Alameda, del que se encarga su mujer. Es un negocio familiar que empezaron sus padres y que hasta hoy sobrevive en la ciudad, y con mucho éxito. En los últimos años, la zona en la que Manolo trabaja se ha llenado de heladerías, haciendo que la competencia en ese campo se vuelva cada vez mayor. Solo en la Rúa do Franco, ya hay tres: Puerta Real en el número 58, Bico de Xeado en el 81 y Copacabana en el 83, por lo que se encuentran a escasos metros del carrito de Manolo. Más adelante, en la Praza do Toural, han abierto otra, Sottozero, y en la avenida de Figueroa está Farggi. Semejante concentración de heladerías podría provocar el declive de un negocio tradicional como el de Manolo Prieto. Sin embargo, él no se ve perjudicado por esta situación e incluso le parece favorable. «Con la cantidad de venta que hay, si llego a estar yo solo esto sería imposible atenderlo», asegura. Ofrece un producto artesanal de calidad, creado por él mismo, lo que lo diferencia del resto. «Yo lo que hago es un helado tradicional, como lo hice siempre desde que empecé, esto era de mis padres, y sigo fabricando de la misma manera», explica. Además, su trabajo se caracteriza por su trato cercano con los clientes y muchos de ellos son fieles compradores diarios, algo que no ocurre muy a menudo y de lo que él se siente satisfecho. Interactuar con la gente a nivel personal es lo que más le gusta. Otras personas también se sienten visualmente atraídas por el carrito, lo que les incita a comprar y probar su helado con un sabor tan especial, que él asegura que es completamente distinto al de otros industriales. Estas Festas do Apóstolo, la afluencia de gente ha sido notable y el número de clientes ha aumentado debido al buen tiempo y a las fiestas, lo que supone un reto para Manolo porque, para él, la mayor dificultad del negocio es la cantidad de horas que invierte trabajando, que siempre son variables. «Si sumas horas de aquí y horas de allá al final casi me da la risa, es mucho tiempo de labor, pero esto ya es de siempre, entonces estoy curtido», comenta. En algún momento también se planteó montar una tienda, aunque nunca llegó a hacerlo. «Sí lo pensé, pero no me gusta, porque yo también vendo castañas todo el invierno, entonces eso es lo típico, la locomotora de castañas. Si te metes en un local ya cambias y a mí eso no me atraía», afirma. El trabajo de Manolo es complicado y variable, depende especialmente del clima y la época, pero ha seguido funcionando a lo largo de todas estas décadas siguiendo con el legado de sus padres, aunque no sabe si lo heredará la siguiente generación. «Tengo dos hijos y a ver qué tal va la cosa, pero de momento sigo yo, que no es poco». Nunca le ha faltado clientela y también ha sabido adaptar su negocio según sus necesidades, por ejemplo, poniendo un motor al carrito para que sea más fácil transportarlo. «Antes había que empujarlos, ahora no, les puse motor, porque aparte de ser heladero, hice electricidad y electrónica en mis tiempos mozos», comenta.