El río Tambre se oculta desde su nacimiento hasta el área de descanso de A Pontepedra

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

CRISTÓBAL RAMÍREZ

El nacimiento del Tambre se ha convertido en todo un símbolo, es la laguna que los monjes de Sobrado mandaron construir en las cercanías del monasterio

24 ago 2024 . Actualizado a las 11:21 h.

El Miño, por supuesto. Ese es el río que todos los gallegos conocen aunque sea de oídas. El Sil le va algo atrás, quizás porque nace en otra comunidad. Y luego el Tambre, ayudado por la historia, porque desde hace dos milenios se sabe que había tribus supratamáricas y pretamáricas, según estuvieran a este lado o al otro de la corriente. Resumiendo: es un río emblemático este antiguo Tamaris, al decir del gran especialista en toponimia gallega Fernando Cabeza.

Su nacimiento, además, se ha convertido en todo un símbolo. Se trata de la laguna que los monjes de Sobrado mandaron construir en las cercanías del monasterio cuando el almanaque marcaba el siglo XVI. Son nada menos que diez hectáreas las que cubre la lámina de agua, y con sequía o sin ella las variaciones no son grandes. Y a pesar de que, como en todas las lagunas gallega, vox populi habla de profundidades imposibles, en este caso la máxima no llega a cinco metros y la media es de metro y medio.

La laguna y su entorno, con su larga pasarela de madera, constituye motivo suficiente para hacer una excursión de un día, y ya no digamos si en la jornada se incluye el impresionante monasterio y un paseo por las cercanas montañas del fondo, O Bocelo, que es generoso en restos arqueológicos.

Pero en fin, en la laguna confluyen varios arroyos, el principal el Rodelo, y de ahí no solo salía ayer el líquido para regar las extensas propiedades cultivadas de los monjes sino también hoy y siempre un hilo de agua que es el Tambre. La carretera lo cruza, pero está tan oculto por la vegetación que solo se puede aguzar el oído para saber por dónde corre.

Y ese riachuelo forma parte del paisaje del Camino Norte de Santiago, patrimonio de la humanidad, cuando quedan algo más de sesenta y dos kilómetros para alcanzar la catedral compostelana. Seguirlo implica inicialmente ir por la asfaltada Ruta da Carballeira y llegar a las cercanías del monasterio para continuar por la carretera a Corredoiras y detenerse, al poco, en un área de descanso (desde ahí quedan 59,082 kilómetros hasta el Obradoiro) de nombre A Pontepedra, muy acogedora y bañada por otro río, que en el medio de esa área engrosa las aguas del Tambre.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Buen lugar para aparcar y remontar el Tambre. Es decir, primer cruce a la izquierda y segundo, ya de tierra cómoda y ancha, a la misma mano. El visitante va bordeando una enorme muralla con muchos siglos encima, en un paseo de diez minutos hasta tener a la vista unas casas que conforman el núcleo de Porcariza. En este caso parece evidente el origen lingüístico del topónimo.

Hacia el Camino Norte

A partir de A Pontepedra procede continuar por la carretera a Corredoiras, la AC-934, buen asfalto, ancho medio y que da la impresión de que es la que más puede presumir de curva tras curva en Galicia entera (en otras palabras, precaución tanto se vaya en coche, en moto o en bicicleta). Es cierto que desde A Pontepedra surge la tentación de ir por la pista que salva el Tambre y que conduce a Vilarchao. Es el Camino del Norte. En bicicleta resulta posible porque la parte de tierra no ofrece dificultad. De hecho esta alternativa es mejor si se quiere descender hasta el Tambre, que queda a la diestra, pero mojar en él las manos resulta misión imposible: todo está vallado. Para eso parece recomendable la otra alternativa, la AC-934, y en Acea, a la altura del cruce a Outeiro, descender por un camino hasta el agua.