En la ruta destacan la iglesia de Carelle, así como la Ponte Froxá, donde finaliza el recorrido
31 ago 2024 . Actualizado a las 05:05 h.En estas tierras de Sobrado dos Monxes que fueron lugar de correrías carlistas, A Ponte de Louseira es un lugar muy conocido. Se halla antes de llegar a la capital del municipio, en una curva endiablada y vecino en su día de un molino que ha pasado a la historia. Es, también, un buen punto de partida para una jornada al lado del Tambre, ya que este corre bajo el mencionado puente.
Igualmente resulta cierto que a partir de ahí la corriente resulta inabordable: ni se ve ni entra en el capítulo de lo posible caminar a una distancia corta de ella. Pura explosión de la naturaleza impoluta. De manera que hecha la foto de rigor hay que dar marcha atrás, rumbo a la ría de Noia (ahí desemboca el Tambre) y coincidiendo a partir de un punto con el Camino Norte de Santiago, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Dos kilómetros más adelante de A Ponte de Louseira hay que girar a la derecha para encontrarse ante una iglesia puesta bajo la advocación de San Lourenzo. Esto es Carelle, con su campanario lateral de dos cuerpos y cruz coronándolo. Medio oculto entre árboles se yergue un cruceiro con una simple cruz arriba, detalle este último que es común en esta amplia zona coruñesa.
Y como tantas y tantas iglesias gallegas, esta se ha construido ahí y justo ahí para cristianizar una tierra pagana. En efecto, el montículo lleno de árboles que se alza detrás del templo se llama castro de Castronelas, a 563 metros sobre el nivel de las olas. ¿Otro castro más? Casi seguro que no. Porque una castronela (y la definición es de la Universidade de Santiago) es «un xacemento de cronoloxía altomedieval constituído a partir dunha elevación artificial de terra (…) No seu interior alberga un asentamento estable tipo torre ou casa forte. A miúdo pode confundirse cun castro da Idade do Ferro, aínda que as defensas deste tipo de recintos medievais son menos monumentais e elaboradas». Es decir, haya lo que haya ahí, que eso se sabrá cuando se excave, debe datar no de hace dos mil años sino de entre el siglo VI y el IX d. C. Por supuesto, también cae dentro de lo admisible que la castronela hubiera sido levantada sobre un castro. Todo un enigma.
Es más, siguiendo esa pista, en lo alto y entre eucaliptos, se distinguen las murallas de una aldea prehistórica que figura en los mapas como castro de Roda da Froxá (Froxá es una aldea anterior). Por una pista de madereros se accede hasta él, con el aviso de que si ha llovido el deteriorado firme simplemente se ha convertido en barro. Por cierto, un kilómetro al oeste se construyó otro castro más, el de Roda de Madelos. O sea, que medio municipio de Sobrado es un yacimiento arqueológico.
Continuando al frente, con un verde hasta insultante de la envidia que da a los viajeros y que se muestra en la sucesión de colinas se deja atrás Carregoto y una casa con horno tradicional. Carregoto tiene una iglesia curiosa, la de Santa Cristina de Folgoso (tal es la parroquia), levantada en 1943, con muestras neogóticas y campanario de dos niveles. Todo ello junto, raro en el mundo rural gallego. Por cierto que un poco más adelante se alza un sencillo cruceiro.
En A Medorra (hórreo de madera) no es buena idea malgastar el tiempo preguntando donde se localiza o localizaba la mámoa que daba origen al topónimo, sino que hay que continuar por O Corral de Senín para llegar a Ponte Froxá, que permite salvar el Tambre y que se convierte en el punto final de la excursión.