Más orden que talento en el Compostela

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

SANTIAGO

Wilfredo García LOF

01 sep 2024 . Actualizado a las 21:26 h.

No cabe sacar conclusiones de un solo partido, y mucho menos cuando se trata del primero. Pero otra cosa son las sensaciones y el Compos, en Los Pajaritos, firmó un estreno sin frío ni calor. Si bien compitió hasta el final, probablemente no cómo pretendía, porque no consiguió incomodar al Numancia. Tampoco cabe perder de vista que enfrente tenía a un equipo que es firme candidato al ascenso y que hizo méritos para ganar, pero sin terminar de dominar.

No va a ser fácil para ningún rival jugar contra los sorianos. Es de esos equipos de riesgo cero y fútbol muy sencillo en ataque, pero de mucha porfía. Busca mucho los centros laterales, los envíos largos y los robos de balón. En uno de ellos, al filo de la media hora, fruto de la lucha, abrió el marcador Ribeiro, con un chut a la escuadra desde fuera del área.

El Numancia no consintió ningún contragolpe ni ninguna transición rápida en la que el Compos pudiese llegar con ventaja. Los santiagueses dejaron sello de equipo muy correcto, pero cuando no basta el orden cabe esperar al talento. Y ahí el colectivo baja enteros. La única gota de calidad la puso Giuliano, con una finta que dejó solo a Santi de Prado en el mano a mano con el arquero local. El carrilero marró la ocasión más clara de todo el encuentro, en los dos lados. El Compos también ganó algo más de filo por el costado izquierdo con Manu Rivas, en el tramo final. Puso a prueba a Kudakovskiy, quien respondió con buena colocación y reflejos. Y en el bagaje de ocasiones cabe anotar otro chut de Diego, en los compases iniciales, bien resuelto por el guardameta. Poca pólvora.

Permuy empezó con un triángulo en la proa, el formado por el veterano Manu Barreiro y los canteranos Hugo Matos y Gonzalo Landeira. En la segunda parte también tuvieron minutos Giuliano, Fer Cano y Óscar Gil, sin mucha participación. Y arriba falta el último en llegar Carlos Cinta. Todo apunta a que en esos últimos treinta metros del campo es donde el equipo tiene más tarea y más margen de crecimiento.