El debate resucitado estos días de la fusión de municipios en Galicia, a raíz del estudio encargado por la Xunta a la Fundación Juana de Vega, es absolutamente intrascendente en lo que respecta a los concellos del área de Santiago, y eso que pone en la diana la unión de Santiago y Teo. ¿Unión o absorción? Porque, desde Teo, es difícil verlo como una fusión en términos de cierta equidad. Hay el precedente de la época de Martiño Noriega en la alcaldía, cuando el entonces líder de Compostela Aberta abanderó el proyecto —que ni siquiera era nuevo— del «gran Santiago» apuntando a su concello «amigo» de Teo, de cuya alcaldía él mismo procedía y donde había cedido el sillón a su mano derecha, Rafa Sisto. Si de aquella no se hizo, menos se va a hacer ahora, cuando Santiago y Teo están gobernados por fuerzas tan antagónicas como el BNG y el PP, aun teniendo en cuenta que las sensibilidades a favor o en contra de la fusión de municipios trascienden las filias o fobias político-partidarias para entrar de ello en las señas históricas, culturales, en las identidades creadas en los procesos de construcción social de una comunidad, incluso en el caso de sociedades trastocadas por un crecimiento acelerado con nuevos vecinos llegados de otros puntos de Galicia, de otros países o de la propia capital gallega, como es el caso de Teo, cuyo perfil social es muy diverso y abarca desde el urbanita de Os Tilos, que podría considerarse un barrio más de Santiago, hasta el de la más tradicional esencia teense en la parroquia de Calo, pasando por el crecimiento «de aluvión» en Cacheiras. No, no va a haber fusión de Santiago y Teo, como también se frustró la de Santiago y Boqueixón que pretendió en el 2012 el fugaz alcalde capitalino Gerardo Conde Roa. Aún hoy, cuando está a punto de cumplirse el centenario de la fusión-absorción de Conxo (1925) este asunto levanta ampollas entre los guardianes de la memoria de lo que fue un municipio con una marcada identidad, no tanto en Enfesta (1962). Tal vez sería más lógica la fusión de concellos tan pequeños en población e inviables como Toques (apenas mil habitantes) con su vecino Melide. Y, en todo caso, fomentar la gestión de servicios coordinada, mancomunada, comarcalizada o como prefieran, que para eso no es imprescindible la fusión de concellos.