Para llorar, y con un trabajo inmenso por delante para asegurar itinerarios públicos y liberarlos de árboles arrancados de cuajo y grandes ramas caídas o que han quedado en serio riesgo de desprendimiento. Son los efectos de la borrasca Kirk sobre las zonas verdes de Santiago, y quien dice las de la capital dice también los de todos nuestros concellos con núcleos tan afectados por inundaciones como los de Padrón. No va a ser trabajo de unas pocas semanas devolver su lucimiento a los paseos fluviales del Sar y del Sarela, ni siquiera al Paseo Central de la Alameda y a los puntos aisladamente dañados de la Ferradura, espacios estos últimos donde, lógicamente, se han concentrado las primeras intervenciones de urgencia, así como en el parque infantil donde un tilo de considerable tamaño abrió el pavimento y se desplomó sobre el área de juegos: lamentablemente, en los días de sol ese parque tan frecuentado será menos acogedor. Sirva la constatación de esta para nosotros —afortunadamente poco habituados— formidable incidencia meteorológica para llamar la atención sobre la entrega del personal que trabaja en los servicios municipales sometidos, en estos casos, a un nivel de exigencia que supera lo razonable. No hay límites para esa entrega, y me temo que no somos conscientes de ella. Ocurre con los trabajadores de los servicios concesionados de limpieza, que pugnan por mantener la normalidad posible en las calles por las que el agua y el viento arrastran todo tipo de materiales; por supuesto, con los del mantenimiento de las zonas verdes, que en tiempos de temporal —que se nos auguran más frecuentes e incluso más dañinos— deberían tener unos refuerzos que no ven ni de lejos; y con los que velan por el servicio de abastecimiento de agua y por el mantenimiento de la red de alcantarillado, a los que estos días se puede ver realizando a cualquier hora del día o de la noche trabajos preventivos para que los chaparrones sean absorbidos de la mejor manera posible por la deficiente red urbana. Cerca de treinta lugares se inundan una y otra vez por problemas estructurales que el Concello deberá priorizar y corregir con fuertes inversiones, al igual que renovar la obsoleta red de agua potable que se rompe cada dos por tres. No vale seguir parcheando.