Encerrada en Santiago sin ascensor: «Ya no baja»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

María Peregrina Vales vive en un tercer piso de la rúa Portomarín, donde afrontan las obras de la envolvente pero renuncian al elevador por coste

09 nov 2024 . Actualizado a las 11:55 h.

Se hable con quien se hable, en Pontepedriña parecen tener claro que lo ideal sería poder afrontar obras integrales en todos los edificios. Unos trabajos que no solo abarcarían las envolventes de los bloques de viviendas, sino también la instalación de ascensores. El problema está en las posibilidades reales de hacer frente al presupuesto total del proyecto. Hace solo unos días, en la rúa Portomarín, concretamente en el número 2, se instalaron los andamios en sus tres fachadas para afrontar la reforma del tejado, fachadas y ventanas. El ascensor, en este edificio y en otros bloques con obras previstas para los próximos meses, se queda fuera del plan. El único ascensor instalado en Pontepedriña está en el 6 de la rúa Samos.

En el tercer piso del portal de Portomarín vive, desde hace décadas, María Peregrina Vales. Una mujer de 83 años que «ya no baja a la calle nada. Primero decidió encerrarse y bajar cada vez menos, y ahora ya no baja», según explica uno de sus hijos, al tener problemas de movilidad. Cuando se le pregunta si la instalación del ascensor le permitiría bajar a la calle su respuesta está cargada de dudas. «¿Con ascensor? No lo sé seguro. Quizás, pero es difícil». Ahora, cuando es necesario llevarla al médico, su familia vive una odisea y lo habitual es que acuda una ambulancia para facilitar el traslado. Al plantearse las obras en la mejora del edificio, se excluyó el ascensor porque el coste de las obras se habría disparado aún más. Los trabajos proyectados suponen un desembolso de 24.000 euros por vivienda, y esperan que se cumpla el compromiso de ayuda prevista en el programa Next Generation. «Dicen que se recibe una parte, pero habrá que verlo después», explica el hijo de Peregrina Vales. Recuerda que el desembolso es un esfuerzo muy grande para todos, y que «nos dijeron que parece que el IGVS paga todo cuando los pisos no están pagados totalmente. No lo sé».

El ascensor, tema de debate

El caso de María Peregrina no es único en Pontepedriña. Hay otros vecinos, mayoritariamente mujeres, de avanzada edad que no pueden salir a la calle con la frecuencia que desearían o que sencillamente dejaron de hacerlo por la dificultad para bajar y subir las escaleras. Junto a ellas aún quedan otras que cumplen con el rutina de reunirse en alguno de los bancos de madera para charlar. En unos de estos grupos se dieron cita, hace unos días, Juana y María. El tema de conversación más habitual es el de preguntar por otras vecinas, amigas de años de convivencia, a las que hacen tiempo que no ven en la calle. Estos días con la colocación del andamio en la rúa Portomarín, las obras y el ascensor se cuelan en las charlas. En la rúa de Canfranc una de las mujeres asegura que «las obras son muy necesarias. En una de las habitaciones entra agua, y no es a mi solo», comenta mientras asientan otras. En principio, la previsión es que en uno de los edificios de Canfranc las obras comiencen el próximo año, pero «sin ascensor, que no tenemos dinero para tanto. Lo importante es la casa. De momento puedo bajar y subir. El ascensor que lo pongan los que vienen detrás», sonríe. Su vecina recuerda que «la última vez que tocamos algo del edificio fue cuando el Hortensia. Arreglaron el tejado, y no lo pagamos nosotros. Creo que el seguro», hace memoria.

Las mujeres insisten en que la mayoría son viudas y que cobran pensiones que rondan los 600 euros. «Si tengo que pedir un crédito para las obras, quedan sin hacer. Con 600 euros pago gastos de la casa y comer, ya no da para mucho más», explica otra de las mujeres que se suma al grupo a media mañana. Una de ellas dejo claro «que me falta un año para acabar de pagar el piso, así que dicen que es la Xunta la que tiene que pagar», sentencia.

Sin cobrar las ayudas más de un año después

Poco después del año más duro de la pandemia, en el número 6 de la rúa Samos se comenzaban unas obras que iban a ser la que marcarían la transformación del barrio de Pontepedriña. No solo afrontaban la reforma del tejado, ventanas y fachadas, sino que también suponía la instalación del ascensor. El presupuesto inicial fue de 240.000 euros, que finalmente se elevó hasta algo más de 270.000 euros al tener que contratar a otra empresa —la primera quebró tras el fallecimiento de su propietario— para finalizar los detalles que quedaron pendientes.

Los trabajos se dieron por finalizados en el 2023, aunque aún deben ir las empresas de servicios para colocar adecuadamente los cables que cuelgan en el exterior y en el interior del portal.

Sin embargo, esto no es lo peor. José Suárez, presidente de la asociación de vecinos, explicó que en un principio, los vecinos contaban con recibir una ayuda que cubriría la mitad del presupuesto, pero no será así. Aún no cobraron nada de ayuda, y cuando lo hagan la cantidad corresponderá a la mitad de una cifra inferior al presupuesto final. «Será un 30 % del coste total», explicó. Eso sí, aquellos inmuebles que todavía no fueron pagados en su totalidad, según explica Suárez, no desembolsaron el dinero, porque asume el coste el IGVS al ser propietario de los mismos. Curiosamente, la cantidad inicial del presupuesto de la rúa Samos —incluido el ascensor— es igual a la que afrontan los del edificio de Portomarín, pero sin ascensor. Suárez reconoció que los presupuestos que están recibiendo ahora los vecinos han experimentado un incremento importante.

Devolución de recursos

Uno de los asuntos que más frustración causa entre los vecinos de Pontepedriña es la devolución de un millón de euros que se había comprometido para la instalación de ascensores en edificios, entre otros, de las rúas Padrón, Ordes y Negreira. La idea era que un mismo ascensor exterior diera servicio a varios bloques. Su instalación no costaría nada a los vecinos. En marzo del 2024 el Concello desestimó la operación Mellora da accesibilidade en vivendas de barrios desfavorecidos y renunció a la actuación, porque era imposible intervenir dentro del plazo de vigencia del plan europeo. En abril del 2023 anunciaron que diez bloques se incluían en el plan, pero finalmente ni siquiera se redactaron los proyectos. El Edusi finalizó en diciembre del 2023, y los recursos de los ascensores no fueron los únicos devueltos.