Mover los hilos

Serafín Lorenzo A PIE DE OBRA

SANTIAGO

07 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Atribuyen a un proverbio oriental el (re)dicho de que, cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo. Usado hasta más allá de lo tolerable por millones de listos para regodearse en la sencillez de millones de tipos corrientes, la máxima no pasa ya de pedante coletilla cuyo empleo a estas alturas de la película raya incluso lo vulgar. Así nos lo parece al menos a los que tendemos a despistarnos con el interlocutor, a menudo por puro aburrimiento. Todo esto viene a cuento de la fotografía de una casa con un vistoso precinto verde. Se trata del edificio de la rúa Espírito Santo en la que el Concello precintó tres viviendas de uso turístico en septiembre pasado. La decisión que el gobierno municipal presentó como el foguete que marcaba el inicio de una etapa de mayor rigor para garantizar el cumplimiento de la legalidad urbanística no fue precisamente el prólogo de una romería de inmuebles precintados. Por eso la foto de ese portal compostelano ha quedado como emblema de una política de control que, al menos por ahora, solo fue una declaración de intenciones. El caso que es que ese papel verde no resulta lo suficientemente llamativo como para desviar la atención del elemento aberrante de la imagen, que es el enjambre de cables que pende de la fachada. Es todo un icono de ese feísmo que iguala un casco urbano reconocido como el Patrimonio de la Humanidad que es con la parroquia más remota. Y con los barrios. Porque, sin llegar al drama de aquella familia de Vista Alegre a la que el tendido de las operadoras de telefonía le impedía abrir las ventanas, lo de las viviendas turísticas de Espírito Santo también tiene su tela. Es el hilo que nos ata a una realidad de anarquía constructiva que ha sido seña de nuestra idiosincrasia durante décadas y de la que seguimos intentando escapar a duras penas. Si el precinto verde es la luna, el batiburrillo de cables es el dedo. Apunta a lo mucho que queda por hacer en un ámbito que también debería ser considerado, y controlado, como parte de la legalidad urbanística. Puede que sea una necedad desviar la mirada a esa mancha que empaña la imagen de la vivienda en lugar de centrarla en la coherencia del precinto que veta sus usos. Pero, también ahí, va siendo hora de que alguien mueva los hilos.