En Santiago abundan los actos culturales, por suerte. Está en las antípodas de lo que es un desierto cultural, que vaya si lo fue durante decenios, y cuando en el siglo pasado se lograban vencer mil problemas previos, las salas se llenaban.
La situación es distinta porque la historia no para. Y se ha producido un hecho con dos fases que parecen normales, y serán, pero en absoluto eran habituales: esos actos no solo se convocan en Compostela, sino en los concellos de su comarca, en unos más que en otros.
Esa es la primera fase. A la segunda la caracteriza la calidad. Hay convocatorias de un nivel que ya quisiera una capital. Por ejemplo, la de Melide del lunes pasado, donde varios especialistas hablaron de la hospitalidad (y su materialidad) en los Caminos de Santiago. Es de justicia decir que lo organizaba el (ejemplar) Museo da Terra de Melide y el Consello da Cultura Galega.
No pude quedar al coloquio, y me hubiera gustado para recordar a los presentes que en esa villa tuvo lugar en 1979 o 1980 la primera reunión de cierto tamaño de la sección de arqueología del Instituto Padre Sarmiento, una tropa rozando la treintena con el error de la prepotencia tan propio de la juventud (excepto el discreto Felipe Arias y el siempre animoso Felipe Senén). ¿Se conserva alguna acta de ese encuentro, en su momento importante y rupturista, además de las dos páginas que publicó este periódico? Sería un interesante documento donde quedarían recogidas frustraciones, anhelos y proyectos. ¿Cuáles se llevaron a cabo por parte de aquellos arqueólogos hoy todos jubilados o, quizás, ausentes para siempre?
Sí, en Melide aún queda mucho trabajo por hacer. La buena noticia es que están en ello.