Aquí la moda nupcial y de fiesta no la frustra tener una talla grande, aunque sea la 66

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Isabel Villaverde en la tienda de Lovely by Isabelle, en Ames, dice que la clave de su éxito es «la pasión que ponemos y que estamos un poco piradas». Cuenta que las novias acuden a menudo a buscar su vestido «con miedo a no verse bien» y ven, además de ilusión, mucha frustración este proceso.
Isabel Villaverde en la tienda de Lovely by Isabelle, en Ames, dice que la clave de su éxito es «la pasión que ponemos y que estamos un poco piradas». Cuenta que las novias acuden a menudo a buscar su vestido «con miedo a no verse bien» y ven, además de ilusión, mucha frustración este proceso. XOAN A. SOLER

Lovely by Isabelle, en Ames, es una de las tiendas del sector más grandes de Galicia, con opciones para todo tipo de cuerpos

09 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasados los Reyes, arranca la segunda gran campaña para las casas de moda nupcial y de fiesta. «En la Navidad hay muchas pedidas y es habitual que los novios anuncien en las comidas familiares que se casan, por lo que a partir del día 7 empieza a sonar el teléfono sin parar. Este año está siendo una locura y ya tenemos completa la agenda de las primeras semanas de enero», constata Isabel Villaverde, de Lovely by Isabelle. Ella lleva casi 18 años vendiendo vestidos de novia, para madrinas e invitadas en un negocio que marca la diferencia por su filosofía inclusiva, especializado en tallas grandes. «Llevo toda mi vida siendo gorda, ahora un poco menos, y no concebía que se acabaran las opciones en la talla 42, por eso nos especializamos en moda curvy. No fue desde el minuto uno, porque antes era complicado encontrar proveedores en España. Había que acudir al mercado americano, que está muy especializado, para ofrecer hasta una talla 66. Ahora es más fácil, con internet, pero sigue sin haber suficientes firmas que apuesten por los cuerpos no normativos», reivindica la santiaguesa de 42 años. Este elemento diferenciador hace que acudan a su tienda novias de la talla 48 en adelante que llegan a sentirse frustradas por las pocas opciones que encuentran debido a su complexión y  algunas se desplazan desde Pontevedra, A Coruña, A Costa da Morte, Vigo o incluso más lejos.

Aunque estudió Técnico Forense y Enfermería, Isabel empezó desde muy joven a trabajar eventualmente como vendedora en tiendas de moda y acabó percatándose de que esa era su gran vocación, relata: «Hubo un cambio grande en mi vida. Me mudo a Mallorca como responsable de tienda de Adolfo Domínguez. Allí acabo pasando a casas multimarca y trabajo con firmas de lujo como Dior, Givenchy, Dolce & Gabbana... Es un sector en el que el cliente no compra por necesidad, sino por placer, y en ese tiempo aprendo muchísimo con mis jefes. La idea de regresar a mi tierra y emprender es de mi marido, Javier. Me dice que estoy desaprovechada, que la mayor parte de las tiendas de moda nupcial y de fiesta aquí están obsoletas y que yo tengo una visión más moderna y fresca. Abrimos la tienda de Lovely by Isabelle en el 2007, cuando yo tenía 24 años, en Santa Comba, de donde es él, quien se convierte en mi socio y en el mástil que soporta todo el cristo que rodea a esta tienda y nuestras locuras». Entre los motivos que los llevaron a emprender en territorio xalleiro estaba, en primer lugar, el precio prohibitivo de los alquileres en la capital gallega. Y, además, «hicimos un estudio de mercado y Santa Comba era un punto estratégico para dar servicio a distintas zonas de población: Carballo, A Costa da Morte, Santiago... cubriendo así una franja con una población joven en la que se sucumbe a las bodas».  

Cuando el negocio empezó a crecer, Isabel se quedó embarazada y decidieron trasladarlo a Santiago, donde tenían más apoyo para conciliar la vida laboral y familiar, en la que Javier siempre ha jugado un papel clave. «Comenzamos en un local de 120 metros cuadrados al principio y, en Área Central, pasamos a uno de algo más de 200, pero en los primeros meses ya se nos quedó pequeño y cambiamos otro de 400, uno de dos plantas en el que estuvo Bershka, hasta que llegó el covid. Fue una época muy complicada. Tuvimos que meter todos los vestidos en una nave de almacenaje y aguantar el chaparrón, hasta que pudimos abrir el establecimiento en el que estamos ahora, en O Milladoiro (Ames)», recuerda. Desde hace un año y medio están en este último emplazamiento, con unos 400 metros cuadrados, en un espacio muy diáfano, sin apenas barreras ni escaleras.

Con una colección de hasta 600 referencias entre novia y fiesta, Lovely by Isabelle es hoy una de las casas más grandes de su sector a nivel gallego y lleva muchos años siendo premiada por las propias novias por su profesionalidad en los premios anuales Wedding Awards. Gran parte de ese mérito, Isabel lo atribuye al equipo, que «es mi segunda familia», con Ana y Patricia como su mano derecha en la tienda y Maribel al frente del taller de costura. Con un atelier propio, «a nuestras clientas siempre les damos la opción de rediseñar su vestido y modificar todo lo que quieran, incluso los de fiesta. Pueden hasta juntar la parte de arriba de uno y la de abajo de otro. No dedicamos nuestro atelier al diseño al 100 % porque los trabajos saldrían muchísimo más caros y sería difícil mantenernos en unos precios medios. Y, por otra parte, es un riesgo porque no ves la prenda hasta el último día y no tienes una referencia previa de cómo te sienta el diseño, la tela, el color...», matiza.

En estos años, Lovely by Isabelle no solo ha aumentado sus instalaciones, también el personal y las colecciones. Ha sido una carrera de fondo, productiva, pero no fácil, advierten los propietarios. Para ellos, una de las claves para prosperar en el sector es «la naturalidad con la que tratamos a nuestras clientas y la pasión que ponemos a lo que hacemos... es algo vocacional. Estamos todas un poco piradas y nos gusta ver felices a las novias por encima de todo». Por otra parte, «no queremos dirigirnos a un perfil de altísimo nivel adquisitivo, sino a uno más comercial, al que el público en general pueda llegar. Aquí podemos vestir desde un ejecutivo a una cajera de supermercado... y nos encantan los dos perfiles», señalan.

En su tienda comparten momentos de ilusión y muchas historias de amor, pero también hay quien vive con angustia el proceso porque «les da mucho miedo no encontrar lo que andaban buscando, no verse bien. Nuestro trabajo es animarlas a probar cosas diferentes, hasta dar con ese vestido especial, en el que se sientan una mujer fuerte, bonita y empoderada. Yo siempre digo que el vestido las encuentra a ellas y, en ese momento, se olvidan de todos los miedos que traían», dice Isabel, que convive en su día a día con los nervios y emoción que acarrea la planificación de una boda. «Algunas novias llegan, además, con una mochila emocional importante porque falta en casa papi, mami o alguna persona importante con la que querrían compartir este momento», comenta. Y asumen casi como propias las necesidades de cada persona que atraviesa la puerta: «Aquí tenemos de todo, desde una mujer que ha perdido un pecho y no sabe por cómo hacer con el vestido hasta otras que tienen que llevar un reservorio y no quieren que se vea para que nadie se preocupe o no mostrar esas marcas de guerra. Estas son las historias que más nos remueven, claro... y luego están las parejas que se enamoraron perdidamente y se casan a los tres meses de conocerse, que contraen matrimonio con el que fue su primer novio de segundas nupcias, después de que las primeras salieran mal...». Hay capítulos para una serie de varias temporadas.

Uno de esos últimos capítulos se filmó (literalmente) durante las campanadas de este año en el Obradoiro. Lovely by Isabelle se encargó de hacer el vestido de una de las presentadoras de la emisión en la TVG, Rocío Delgado. «Esto fue una locura de última hora, como casi todo lo que sucede aquí. Tengo una amiga que trabaja para la televisión, con el equipo de vestuario, y me llamó en el puente de diciembre para proponerme vestir a Rocío. Confiaba en mí, sabe cómo trabajo y me lio una vez más. Tuvimos que trabajar a contrarreloj, reunirnos, hacer los bocetos, pedir las telas... y así acabé yo el Fin de Año, a menos dos grados, en el Obradoiro», rememora entre risas esta especie de hada madrina compostelana, quien explica que trabajar con la periodista y presentadora fue muy fácil. Un sueño más, vestido en Ames.