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Un santiagués abonado al emprendimiento heroico: de dirigir un videoclub a fundar una editorial independiente

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Pablo Villaverde se mudó a una casa con más espacio, en Quiroga Palacios, para dar cabida en ella a su nuevo proyecto empresarial, Los Reyes del Mambo. El nombre de esta editorial santiaguesa, revela, es el mismo que tenía su primer grupo musical: «Hay muchas analogías. No teníamos mucha técnica, pero sí ganas, y era algo muy divertido. Ese es el espíritu de la editorial».
Pablo Villaverde se mudó a una casa con más espacio, en Quiroga Palacios, para dar cabida en ella a su nuevo proyecto empresarial, Los Reyes del Mambo. El nombre de esta editorial santiaguesa, revela, es el mismo que tenía su primer grupo musical: «Hay muchas analogías. No teníamos mucha técnica, pero sí ganas, y era algo muy divertido. Ese es el espíritu de la editorial». XOAN A. SOLER

Pablo Villaverde creó, tras reciclarse laboralmente varias veces, Los Reyes del Mambo

21 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Si fuera productor de vino, Pablo Villaverde Pérez probablemente se dedicaría a la viticultura heroica. A este compostelano de 48 años le van los escenarios complicados en lo laboral y con una pátina de romanticismo tradicional. Ha pasado de dirigir un videoclub a fundar su propia empresa editorial, Los Reyes del Mambo. Y, aunque bromea con ser el «capitán del Titanic», siempre al mando de proyectos que parecen abocados al naufragio, confía plenamente en el proyecto editorial puesto en marcha hace un año y medio, en septiembre del 2023.

Pablo estudió Filosofía, aunque no llegó a acabar la carrera en la USC. «Me metí en el rock and roll, como batería, y estuve en la empresa XXL, en backline, básicamente montando los instrumentos y amplificadores para festivales y otras actuaciones por toda Galicia. En el 2008 llegó la crisis, se fue todo al traste y tocó reinventarse», relata un hombre que resume su carrera laboral como la de «un chico para todo». Antes de eso, ya había estado en otro proyecto que fue inevitablemente a pique, recuerda: «Mi madre tenía un videoclub en Los Tilos (Teo), donde viví hasta los 24 años. A ella le detectaron un cáncer y terminé yo al frente del negocio familiar, que cerró en el 2001».

¿Y cómo llegó a crear su propia editorial? «Después de trabajar en la logística de los conciertos, me metí en una academia que tenía una pequeña parte editorial, de cursos a distancia para técnicos y licenciados en Farmacia. Allí revisaba textos, aunque de tono científico, y me empecé a familiarizar con la forma de maquetar e imprimir las cosas, de una manera muy amateur. Todo esto, a la par de mi afición a la lectura», destaca un socio de la biblioteca pública Ánxel Casal que en su día ya fue premiado por ser el más lector del año. «En el 2015 escribí mi primer libro, Los energúmenos. No sabía a quién acudir para publicarlo, lo mandabas a editoriales y no te respondían... y yo, como soy un ansioso, terminé autoeditándolo. Para maquetarlo y corregirlo sufrí mucho. Fue un bautismo de sangre. Debí hacerlo unas 20 veces y aprendí a base de ensayo-error, hasta que quedó algo presentable. En el confinamiento hice varios cursos de formación. Me apetecía hacer algo creativo, pero ya no me veía con la música, y surgió ahí la idea de crear una pequeña editorial más o menos solo, bien asesorado y con el apoyo de gente con experiencia y paciencia para respaldarme en esta aventura».

A finales de mes, Los Reyes del Mambo lanzará su novena publicación (tres de ellas son de su propia autoría), La lluvia avisa en Compostela. Su editorial, aclara, nace con el ánimo de publicar literatura de entretenimiento y diversión. «Me llega mucho manuscrito que no entra en esta categoría de novela amena. En este negocio estás expuesto a que te manden cosas raras e irregulares, incluso algunas profundas que apuntan a un calado social, pero no puedo publicar todo lo que me gusta. Tengo que hacer una criba», aclara el editor compostelano.

A pesar de que en esta era el papel está demodé, asegura Pablo que hasta ahora ha encontrado más motivaciones que trabas. «Pago un poco el pato de ser un principiante y se ha ha ido sorteando porque tengo unos distribuidores que han tenido muchísima paciencia conmigo, sobre todo en lo que respecta al trabajo de oficina y papeleo». Sostiene que «las editoriales independientes aportamos un papel muy importante. Las grandes están en otra liga. Ellos juegan en la Champions y no son un rival a derribar con el que competimos, hacen un trabajo muy necesario y útil, y lo hacen muy bien además. Nosotros vamos por carreteras secundarias, más largas y más agradables. A mí el indie me gusta mucho, junto con la etiqueta underground, y publico obras que una grande no puede publicar, un poco más negro», razona un hombre que al margen de los textos que lee por trabajo siempre dedica una hora y media a otras lecturas, por amor al arte.