Nadie se ha olvidado de él en Negreira y A Baña. Santiago Carballido, Santi para todo el mundo, estuvo en primera línea durante años en aquellos momentos en que España cambiaba de régimen dictatorial a una democracia. Hombre sin estridencias ni radicalismos, cuando la cosa se ponía tensa en un grupo siempre salía con aquello de sé un chiste… Y lo contaba, fuese la reunión poco seria o muy seria. Y lo hacía con tanta gracia que el ambiente se distendía. Incluso una vez, cuando la cena se pagaba a escote los asistentes, por unanimidad, no le dejaron abrir la cartera de tanto que se rieron.
Santi es de esa generación que ha pasado a segunda línea después de haberse jubilado, aunque todos los años vuelve a la comarca, donde líderes agrarios a los que un día habría que reconocer por escrito su gran colaboración lo reciben con los brazos abiertos. Ahí figuran Pepe Trillo, Pepe Lañas, su hermano Cándido, el gran Pancho, Romarís y muchos más, que deberían contar su relación con un Feiraco que nació conflictivo. O el papel fundamental desarrollado en aquellos momentos por los párrocos y por Extensión Agraria. Como otros, Santi ha publicado un libro de vivencias personales.
Santi es un pedagogo en el sentido más noble de la palabra, y ni siquiera su adscripción en su momento a un sindicato agrario desaparecido lo enemistaron con quienes pensaban diferente de él.
Es de esas personas cuyo nombre en la comarca compostelana no le suena nada más que a una minoría y, además, la juventud no tiene ni idea del gran trabajo desarrollado por este hombre que reside feliz y dichoso en A Coruña. Y por muchos años y que le dé tiempo a seguir escribiendo la irrepetible historia que él vivió.