José Luis Costoya, presidente de Amaral, asociación para personas con discapacidad de Arzúa y de Melide que cumple 20 años
27 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Cuando a alguien se le cruza la mala suerte siendo un niño, no se pone obstáculos. Aunque sean muchos los que haya que sortear sentado en una silla de ruedas como la que maneja José Luis Costoya desde que a los cinco años se quedó parapléjico por la lesión medular, sufrida en un atropello. Por eso, cuando lo reclamaron para fundar en Arzúa una asociación de apoyo las personas con discapacidad, estaba seguro de que la entidad llegaría a ser lo que es, el referente para el colectivo en el interior de la provincia.
Se llama Amarai y este mes está de aniversario; 20 años que se conmemorarán hoy en una gala en la que se hará repaso por la trayectoria de una asociación que echó a andar ofreciendo dos horas de servicio semanales en un estancia de la Casa de la Cultura de la localidad arzuana y hoy gestiona en Boimorto un centro de recursos propio en el que una decena de profesionales de diversos campos atienden, ocho horas diarias y con planes individualizados, a 34 personas con diferentes necesidades. Cuando echa la vista atrás, José Luis Costoya, que tomó las riendas de Amarai con el cambio de siglo, recuerda como principal escollo, más que la escasez de recursos, el acercamiento a las familias. «A principal traba foi gañarnos a confianza das familias -recuerda-. Son moi proteccionistas coas persoas con discapacidade e hai 20 anos, tivemos que demostrar que a nosa intención era prestarlles servizos adecuados ás súas necesidades».
El primer curso de jardinería que impartieron sin pedir más que un pequeño espacio público en el que poder realizar las prácticas -todavía hoy se conserva en el Cruceiro de Santa María- marcó un antes y un después. Cuenta el presidente de Amarai que el alumnado demostró tener un «potencial enorme» para trabajar en el sector, por lo que se impulsó una segunda acción formativa, ya de la mano de Cogami y con compromiso de empleo. De ella brotó, en 2001, Dixardín, la empresa de economía social con actividad en el campo de la jardinería que hoy emplea en Arzúa a 8 personas con discapacidad. «Foi cando empezamos a facernos visibles; demostramos que eramos capaces de crear unha empresa e de facela funcionar», apunta Costoya.
La ingrata desconfianza familiar está superada y así lo acreditan los números. Cuando hace dos décadas se constituyó Amarai, la mayoría de los más de 200 asociados eran colaboradores. «A xente implicouse», agradece Costoya. Hoy, el colectivo suma menos socios -164, concretamente- pero sobrepasan el centenar los que tienen algún tipo de discapacidad. Al injusto recelo social también mira el presidente de Amarai por el retrovisor. «Cando era neno, mirábaseme raro por estar sentando nunha cadeira de rodas; isto agora non sucede e cada vez vésenos máis polas nosas capacidades que polas nosas limitacións», observa.
A quien sí le pone deberes José Luis Costoya es a la administración, aún reconociendo y agradeciendo el respaldo que admite prestaron y prestan a Amarai, en concreto, y al colectivo de discapacitados, en general. Eso sí «a contagotas», apunta. Reivindica una revisión de los criterios para establecer los copagos -«ás veces son elevados porque non se teñen en conta as necesidades fóra dos centros», cuenta-, y las ayudas al servicio de transporte adaptado; se conceden por usuario «e no rural facemos moitos máis quilómetros que nunha cidade», apunta. También reclama mayor cobertura para hacer frente al coste «esaxerado» de los medios materiales que necesitan como aire para respirar.
Actos conmemorativos. Además de la gala de hoy (Casa de la Cultura de Arzúa, 17.30 horas), Amarai estrenó web e imagen corporativa por su aniversario.
Centro de recursos. Atiende a usuarios de las comarcas de Arzúa y Melide, y de los concellos limítrofes.