Triunfa la moción de censura en Boimorto tras un pleno con tensión y sin apenas incidentes
BOIMORTO





































El ya nuevo alcalde, el popular Gonzalo Concheiro, ha defendido su legimitidad al ser la lista más votada. El edil independiente que facilitó la moción de censura argumenta que así «enmendó el error» de dar la alcaldía al BNG
15 ago 2015 . Actualizado a las 10:15 h.
Dos meses y un día después de la toma de posesión de las corporaciones municipales, el pequeño municipio coruñés de Boimorto, vivió ayer su segunda elección de alcalde. No hubo bastón de mando ni vestidos de gala ni fotos de amigos y familia. Sí hubo camisetas reivindicativas, tensión, abucheos, gritos y algún que otro improperio porque el cambio de alcalde fue el fruto de una moción de censura presentada por el PP y por un concejal no adscrito que formó parte del PSOE, partido que cerró inicialmente un acuerdo de gobierno que le dio la alcaldía al BNG.
El salón de plenos se quedó pequeño por su reducido tamaño y por la presencia de numerosos vecinos y cargos políticos, especialmente del Bloque, que acudieron para respaldar al regidor saliente, Xosé Luís Rivas.
El debate de una moción de censura tiene un protocolo cerrado que da la palabra en primer lugar al candidato que la promueve, en este caso Gonzalo Concheiro. El portavoz popular defendió el cambio para que gobernase la lista más votada, el PP, que obtuvo cinco concejales, frente a un gobierno presidido por un regidor del Bloque, que fue el candidato con menos apoyos (dos concejales), en coalición con los cuatro obtenidos por el PSOE, incluido Balado, que ya optó por integrarse como edil no adscrito y no como miembro del grupo socialista. «El pueblo de Boimorto se merece un gobierno estable y de consenso con una gestión de interés para los ciudadanos», afirmó entre abucheos el candidato del PP.
En contraposición a sus palabras, el regidor saliente reclamó la retirada de la moción con el argumento de que incumplía el espíritu del pacto antitransfuguismo y apeló a una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias que así lo manifiesta. Tras la argumentación legal, llegó la política, con la que Rivas acusó al PP de «emporcar a vida municipal» y afirmó que los populares quieren que gobierne la lista más votada porque «a vostedes ninguén os quere de socios porque son moeda falsa».
Una despedida en verso
Y ya para despedirse, Rivas Cruz hizo valer su 50 % del grupo A Quenlla como Mini para regalar «un falar de amigo sen vontade de faltar», aunque en sus versos incluyó acusaciones de «gobernar con malas artes» y la promesa de que si dentro de cuatro años «sufren unha gran derrota, que pagarán con nota (...), son quen de ir á catedral a darlle as grazas a Santiago».
Los aplausos a Rivas se tornaron en virulentos reproches a Juan Balado a la hora de tomar la palabra y explicar el porqué de su decisión. Balado, al que su grupo acusó de ser «un traficante de votos», y que sufrió varias interrupciones durante su escueto discurso, justificó su decisión de apoyar al PP al afirmar que su aval al BNG había sido un «error» que quiso subsanar con la moción de censura. «En su día ofrecí mi apoyo al BNG más que por convencimiento, con la esperanza de que fuese lo mejor para el municipio. Está claro que me he equivocado y lo único que quiero es corregir mi error».
Tras las intervenciones, y ante la ausencia de la cabeza de lista del PSOE, Ana Ledo, la votación en voz alta y nominal, en la que el voto del concejal del grupo mixto apenas se escuchó, se produjo el típico juramento del cargo ante la secretaria municipal y bajo el retrato oficial de Felipe VI.
«Ímonos esta non é a nosa casa», señaló Xosé Luís Rivas tras concluir el pleno y dejarse querer por el séquito del BNG, Vence incluido, mientras que la representación de cargos del PSOE brilló por su ausencia.
Mientras tanto, el grupo de gobierno del Partido Popular y el nuevo fichaje que la da la mayoría absoluta se refugiaron en un despacho a la espera de que el público abandonase el consistorio. Momentos después, ofreció su primera valoración sobre lo ocurrido. El recién nombrado alcalde defendió la decisión de Balado de apoyar a su grupo y a su programa negando que fuese un tránsfuga. Tampoco quiso desvelar los pormenores del futuro gobierno ni del papel que podría desempeñar Balado en él. Eso sí, el PSOE de Boimorto anunció la oposición más dura que se pueda esperar.