Este invernadero de Boqueixón está lleno de troncos para el cultivo de setas

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

BOQUEIXÓN

Miguel Tembra, en el invernadero que tiene en su casa de Boqueixón. Confiesa que el mundo de la micología <span lang= gl >«para min é unha droga. Engancha moito»</span>. Él comparte esta pasión cada otoño en numerosas jornadas micológicas. La primera de ellas será este domingo, en su concello natal; empezará a las 10.00 con una formación en el local social de Vigo y habrá luego una ruta por el monte luego.
Miguel Tembra, en el invernadero que tiene en su casa de Boqueixón. Confiesa que el mundo de la micología «para min é unha droga. Engancha moito». Él comparte esta pasión cada otoño en numerosas jornadas micológicas. La primera de ellas será este domingo, en su concello natal; empezará a las 10.00 con una formación en el local social de Vigo y habrá luego una ruta por el monte luego. XOAN A. SOLER

El micólogo Miguel Tembra tiene su propia plantación controlada de shiitakes en carballo y gírgola en chopo

09 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A un par de kilómetros del centro de Lestedo, en el concello de Boqueixón, hay un imponente invernadero de unos 400 metros cuadrados donde no solo crece el brécol, la coliflor, lechugas y otros productos típicos de la huerta de invierno. Una parte de esta plantación bajo cubierto está llena de troncos, unos 60 leños de un metro de largo aproximadamente. En la mitad de ellos, de madera de chopo, crecen setas ostra (también conocidas como gírgola o pleurotus, una de las especies más comunes en nuestros supermercados). Y, en el resto, crece una especie de origen asiático muy apreciada en la cocina. El shiitake nace en este caso en troncos de carballo. Detrás de este particular cultivo está un hombre que lleva «media vida entre fungos», dice Miguel Tembra, un micólogo que vende setas silvestres a algunos de los restaurantes de mayor renombre de la comarca compostelana y uno de los expertos de cabecera que cada otoño guía las rutas organizadas por el monte gallego en busca de hongos.

En enero se embarcó el boqueixonés en este proyecto, al que llevaba tiempo dándole vueltas y avanza a paso lento, pero firme: «Primeiro hai que preparar a madeira, que se inocula para que naza o micelio. O shiitake tarda cerca de un ano en crecer e estar listo para o consumo, polo que calculo que para a próxima primavera terei a primeira partida. E ao pleurotus lévalle entre 7 ou 8 meses, estarán xa os troncos a punto de agromar». Cada leño tiene una vida de 4 años, «porque os fungos comen a madeira. Logo esa madeira mólese nunha trituradora e as virutas ou labras valen para fertilizar a horta, as árbores froiteiras e serve incluso de substrato para cultivar outras setas, como o champiñón, nun saco especial que hai para facelo», apunta Miguel. Él asume que «do cultivo de shiitakes non podes vivir, pero é un complemento ao resto».

El producto de su huerta ecológica lo vende al consumidor final, aunque los hongos que saldrán de ella servirán para surtir al mercado de la restauración, que cada vez demanda más este ingrediente. «Eu fixen unha formación de cultivo profesional de fungos en Asturias e non é imprescindible ter un invernadoiro, pero si aconsellable. Fóra sempre corre máis perigo a produción polas babosas ou caracois e polas inclemencias meteorolóxicas», puntualiza un hombre que disfruta como un niño por esta época en sus salidas al monte.

«Este ano é unha pasada. Estiven o domingo no monte e xa hai moita seta silvestre. Como non está facendo frío ningún e está chovendo, déronse as condicións para que agromen antes. Moitos din que non atopan nada, pero indo con un pouco de paciencia e tendo o ollo adestrado, porque moitas veces nos as ves porque están debaixo das faíscas e das herbas, atópalas», defiende un hombre que en su propia foto de perfil del WhatsApp lleva una camiseta que dice «habelos hailos, cogomelos».