Carmen Gómez y Vanessa Martínez están detrás de un intercambio vecinal de ropa infantil con vocación de continuidad
13 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Cecilia tiene un año recién cumplido. Y esos doce meses de vida fueron suficientes para que su madre, Carmen Gómez, haya dicho basta ante la cantidad de ropa que se tiene en los armarios. Sobra. Y más, si cabe, la de bebé. «Es una locura la cantidad de ropa que se llega a acumular. Crecen tan rápido que hay ropa con la etiqueta puesta que no da tiempo a estrenar», comenta esta joven mamá que no dudó en ponerse en contacto con otra madre de familia, y numerosa, para echar a andar el primer intercambio de ropa infantil de Melide. «Tiene tres hijos, es una gran comunicadora y tiene mucho alcance en redes, de las que yo no soy amiga», sostiene. Así pensó Carmen en la mamá de Telmo, Darío y Amelia, los tres pequeños de Vanessa Martínez, que dijo sí y empezó a divulgar, a través de un perfil en Facebook, una iniciativa que nació de «la necesidad de vaciar nuestros trasteros y también nuestras cabezas», explica Carmen. La idea pasa por «facer unha nova interpretación do cambio de armario, apostando pola colaboración, e potenciando a economía circular», añade Vanessa. La primera edición de la iniciativa, con ropa de invierno para niñas y niños de hasta seis años, satisfizo las expectativas de las organizadoras, toda vez que de lo que se trataba era de plantar la semilla. «Estamos satisfechas porque se ayudó a familias que quedaron contentas», apunta Carmen Gómez. Además, añade, «contábamos con menos gente». La iniciativa, incluso, llamó la atención de mamás de municipios del entorno que se desplazaron a Melide para participar. Superado el primer intercambio, Carmen y Vanessa tomaron nota de lo que se puede mejorar en futuras ediciones, para las que expondrán la idea a los gobernantes locales en busca de una ayuda que consideran necesaria para darle continuidad y asentar lo que entienden que podría llegar a funcionar como un servicio vecinal más. «Nos faltaron tiempo, infraestructura y manos; organizar solo entre dos personas se hace muy costoso», explica Carmen, convencida de que «con apoyo, creo que se puede volver a hacer, y mejor para que sea más beneficioso para todos». El primer intercambio también funcionó bien por el «muy buen ambiente» que hubo entre las familias, lo que abre el camino para transitar hacia otro de los objetivos que se plantearon Vanessa y Carmen: crear comunidad. «Lo que queremos —explican— es crear una red de apoyo entre vecinos». Y a través del intercambio de ropa — sobra decir, prendas en buen estado— lo ven factible. «¿Por qué recurrir a plataformas como Vinted o a depositar la ropa en contenedores sin saber ni a dónde va, ni lo que se va a hacer con ella, cuando igual la necesita tu vecino de al lado y no lo sabes?», se pregunta Carmen. De hecho, en Cáritas Parroquial de Melide, entidad a la que entregaron las prendas que nadie se llevó, agradecieron especialmente las de bebé. «Sobró mucha y nos dijeron que tenían necesidad de esta ropa», cuenta Carmen. A pesar de los «fallos» de los que dicen haber tomado nota, queda claro que ni ella ni Vanessa erraron al apostar por la colaboración «de proximidade».