La presidenta de Madrid visita la localidad natal de la enfermera que lideró la expedición de la vacuna de la viruela a América e inspiró el nombre del hospital construido para tratar el covid. Previamente, había visitado Inditex.
27 oct 2022 . Actualizado a las 18:50 h.En medio de la acera, Alfonso Rueda puso el móvil de Lourdes en horizontal para retratar a la vecina de Ordes abrazada a Isabel Díaz Ayuso. Y esa fue la única fotografía que disparó su teléfono.
-Lourdes, ten unha foto que lle sacou o presidente da Xunta.
-Ai pois si!
La mujer no había asimilado aún que tenía en su poder la foto que iba a circular por todos sus grupos y contactos de WhatsApp como para darse cuenta de que quien había tomado la imagen era nada menos que el líder del Gobierno gallego. El momento encierra todo lo que supuso la visita de la presidenta madrileña a la localidad coruñesa de Ordes, municipio natal de Isabel Zendal, la enfermera que hace 219 años capitaneó la expedición de la vacuna de la viruela a América y que sirvió de inspiración a Ayuso para bautizar el hospital de campaña donde se vacunaron millones de madrileños. Dos años después de su inauguración, la dirigente popular quiso rendirle homenaje visitando el pueblo que la vio nacer.
En la Casa do Concello recordó que, cuando se contagió de coronavirus por primera vez, fue precisamente un enfermero quien le habló de Zendal y su «gran gesta» con la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Ayuso se interesó entonces en la figura de la mujer, pensó en «la cantidad de sanitarios que todos los días cuentan con tantos enfermos». «Ese nombre de Zendal vino en el momento más oportuno», subrayó, para reivindicar entonces que la mitad de los madrileños no nacieron allí, por lo que lo importante «no es su origen, sino lo que aportan al mundo». «Me parece excepcional dar el nombre de una gallega ilustre para uno de los momentos más difíciles que estaba viviendo Madrid. Me parece algo precioso», añadió. En su discurso, a Ordes le deturpó el topónimo por Órdenes, al que en un par de veces se refirió como concejo en vez de concello. Pero eso nada importó a las personas que empezaban a acumularse en el vestíbulo de la casa consistorial.
Antes de bajar el primer peldaño de la escalera, un joven se le acercó y, tras un breve intercambio de palabras, su novia le sacó la primera foto de la mañana. «Bua, quedei flipado. Non contaba nin con sacarle unha foto», reconoce Sergio exultante. «É o maior fan», comenta Vanessa, también admiradora, pero no tanto. Los dos siguieron al séquito durante el recorrido por la localidad de algo más de un kilómetro entre el Ayuntamiento y el centro sociocultural. A Alfonso Rueda, el vicepresidente segundo Diego Calvo y el alcalde José Luis Martínez Sanjurjo (PP) no les quedó más remedio que ser dignos anfitriones. Y es que Ayuso bajó por la rúa do Parque Principal como la estrella del cartel, una míster Marshall que no pasaba de largo, sino que se paraba en cada uno de los bares que encontraba por su camino. No en vano, el eslogan de libertad que le llevó a rozar la mayoría absoluta se sustentó en la laxitud de horarios y aforos en la hostelería.
La primera parada fue el bar Salón. Ana, Rosa y Carmen la recibieron en la puerta, hablaron con ella y se dieron dos besos. Carmen tiene 82 años pero le brillan los ojos como a un niño en navidad: «É encantadora!». «No es lo mismo que en la tele, es súper cercana. ¡Nos dijo que teníamos una cerveza buenísima! Como no vamos a tener», presumen desde la puerta.
Al paseo se van sumando más espontáneos, incluido un hombre peculiar que lleva un pin con una foto suya de cuando era un joven militar y una boina con el escudo de España. La ruta se para algo más de lo esperado cuando aparece por su lado Ayuso, a la que desglosa su currículo marcial sin despegarse de su caña. De nuevo se para frente a cada establecimiento abierto, se preocupa por cómo están todos y se ofrece a posar en una foto más.
Ya junto al centro Zendal, donde decenas de vecinos esperan a la presidenta madrileña en un silencio más nervioso que solemne, unos preadolescentes del IES Maruxa Mallo se revuelven riéndose. «Si no sabéis ni quienes son», les suelta bromista una mujer. Le responden con desdén que es la presidenta de Madrid, y ella les recuerda que también está el presidente de la Xunta. Se cruza después una vecina que advierte, porque lo hace apuntando con el índice hacia arriba y volviéndose de espaldas, que ignora quién es esa gente. De la nada, muchos metros después de su última aparición, aparece el jubilado de la boina y el pin para sacarla de dudas.
El agradecimiento de Rueda
El mandatario gallego, que acababa de presidir el Consello de la Xunta minutos antes, valoró la visita de su homóloga madrileña, de la que destacó la «expectativa» que genera «allá donde va». A Ayuso también le agradeció el trato que reciben los miles de «madrigallegos» que residen en su región, que tienen en Isabel Zendal un máximo exponente.
«Estamos aquí para reivindicar una figura de la que estamos muy orgullosos y que habéis puesto en valor. Dejó una huella en Madrid e hizo algo muy importante para España y para la humanidad», defendió Alfonso Rueda, que elogió a la presidenta de la Comunidad de Madrid por sentar una «huella eterna» en la ciudad con un gesto pequeño, el de bautizar el hospital con el nombre de la enfermera de Ordes, que «en la vida y en la política son los más bonitos».
Antes de viajar hasta allí, Isabel Díaz Ayuso visitó la sede de Inditex, en Arteixo, que definió como «espectacular». «Su innovación, calidad, empleo y sobre todo, su apertura; y también la marca España que deja por todo el mundo. Es una de las mejores empresas que hay con unas instalaciones excepcionales, y supone otro motivo para ser un gallego orgulloso», afirmó.