Hace días hubo remoción de concejales en toda España y, en muchos casos, de alcaldes. Tres cuartos de lo mismo en la comarca compostelana, donde se constatan permanencias (Taboada, en O Pino, es un crack, no hay quien lo mueva de la alcaldía) y cambios (por ejemplo, Padrón y Teo). Y un vuelco total, Oroso, donde tras dos decenios socialista el Partido Popular capitalizó los votos del desaparecido Oroso Renovable, se llevó sin duda los de Ciudadanos (que no se presentó) y arrasó en las urnas. Hay que desearle al nuevo equipo el mayor éxito, porque en eso consiste el ir mejorando: que los que lleguen lo hagan mejor que los que se van. Mal asunto si no es así.
De manera que no son pocos los concejales y muchos menos los primeros ediles que enfilaron la puerta de salida por decisión de los ciudadanos. Dio ejemplo Luis Rey, alcalde de Oroso, al reconocer al momento su derrota y felicitar al ganador, un gesto que le honra en estos tiempos donde los populistas de un extremo y del otro intentan reducir la democracia a un papel sin contenido.
De Oroso cambian de estatus el citado Luis Rey, Antonio Leira, Beatriz Rodeiro y Javier Grela (otros dos concejales socialistas o ya no estaban en puestos de salida o no figuraban en la lista) por el PSOE, e Isabel Fernández por el Bloque. Hasta el último día se mantuvieron en sus puestos trabajando.
No son los únicos, por supuesto, en esta comarca, y todos ellos han cruzado el pasado sábado, con gran dignidad y con la cabeza bien alta, esa línea que separa el poder de la oposición. Pueden estar orgullosos ellos, y puede estarlo el pueblo de Oroso por haber tenido unos gestores honrados. Que es lo mejor que se puede decir de un político.