La alemana que resiste a la intemperie en Oroso: «Con humor todo es más fácil: podría llorar cada día, ¿y qué cambiaría?»
OROSO

Ingrid Bujnak vive en un portal de un establecimiento cerrado tras ver cumplido su sueño de vivir en Cuba y quedar prendada de Galicia al hacer el Camino de Santiago
01 feb 2025 . Actualizado a las 17:22 h.El portal de un establecimiento de hostelería cerrado en el municipio de Oroso es desde hace unos meses el hogar de Ingrid Bujnak, una alemana de espíritu libre que se enamoró de Galicia cuando hizo el Camino de Santiago en agosto del 2022. Allí resiste en este duro invierno, parapetada tras dos sombrillas que le dan cobijo y cierta intimidad, a la espera de solventar problemas con su pensión de jubilación alemana y poder irse a un piso.
Oroso es hoy la última etapa de una mujer que cumplirá en abril 70 años, y que cuando era una joven estudiante de electrónica en la Alemania oriental quedó fascinada por el «discurso de cuatro horas de Fidel Castro para todos nosotros. Ese día yo pensé que mi ilusión era vivir en Cuba». Tuvieron que pasar 42 años más para decidirse a dejar atrás a sus dos hijos y a su familia para ver cumplido su sueño: dos años y medio viviendo en Santa Clara, y otro año recorriendo el país desde La Habana a Matanzas y Santiago. La isla le dejó un recuerdo imborrable: «Cuba es ... ¡guau!. Las gentes son alegres, no tienen mucho dinero pero no lo necesitan, en cada lugar hay música, y la gente baila y baila. Cuando volví a Alemania necesité dormir durante un año, porque en Cuba no tienes tiempo, siempre bailas, la noche y el día son calientes».
En su refugio de Oroso conserva la bandera cubana y esos recuerdos cálidos le permiten sobrellevar las bajas temperaturas de enero y la intensa lluvia, bajo un montón de mantas: «Claro que paso mucho frío, no soy un esquimal. Pero con humor es todo más fácil; podría llorar cada día y ¿qué cambiaría? Entonces me levanto con una sonrisa siempre».
Ingrid se instaló en Galicia después de zanjar su vida en Berlín. Llegó el 28 de febrero del 2023, y se acomodó en un hostal en Santiago; más tarde fue al Monte do Gozo, pero su pensión no alcanzaba. Recaló en una pensión más barata de Oroso, pero al cerrar el establecimiento se quedó en la calle. Desde el Concello contactaron con la cónsul de su país en Galicia, que le gestionó su ingreso en un albergue en Pontevedra costeando su país el coste.
Pero ella es un espíritu libre: «Para mí era como una prisión, con demasiadas reglas. Estar muchas horas en la calle, sin dinero, y luego allí, con la luz apagada y sin hablar, me superaba. Yo soy libre, así que estuve solo 34 días». Y regresó a Oroso, pese a la falta de comodidades, a vivir en un portal. Con la solidaridad de una familia que le ofrece un plato a su mesa y una ducha en la que asearse: «En el Camino de Santiago todo el mundo ayuda, sin importar quién eres, que tengas o no dinero, que seas negro, blanco o verde», pero la situación cambia radicalmente en la vida cotidiana, señala.
Aunque siente como propia a la familia que la ayuda, prefiere no abusar. Cuando reúne algo de dinero «que me regalan personas de Santiago, de Ordes y de aquí, voy a comer a la Cocina Económica». Un lujo de 4,10 euros: uno del menú, y otros 3,10 que le cuesta el autobús ida y vuelta.
De su otra familia, la que dejó en Alemania, poco sabe. Porque señala que no comprendieron su decisión cuando a los 58 años decidió marcharse a Cuba: «Mis hijos no quieren hablar conmigo. Yo les ayudé cuando les hizo falta, pero al decirles que quería vivir mi vida y ver el mundo, ese día yo fui mala. Me decían que cómo una madre, una señora de mi edad, iba a hacer eso. Que eso era para la gente joven. ¿Dónde está escrito?», pregunta ella, reivindicando el derecho a vivir su vida. Un periplo que la ha llevado a Cuba, a México, a Galicia, y en el que confiesa que le faltan etapas por llegar, en China, en India ... «Suerte, paz y salud», dice en la despedida con su marcado acento alemán. Y con una de esas sonrisas que invitan a ver el cielo de Oroso más azul: como ese de Cuba que dejó atrás.